Primera lectura: 1Cor 5,1-8:
Cristo ha sido inmolado
Salmo: 5:
“Señor, guíame con tu justicia”
Evangelio: Lc 6,6-11:
Acechaban para ver si curaba en sábado
23ª Semana Ordinario Santa María La Antigua San Pedro Claver (1654)
7 Los letrados y los fariseos lo espiaban para ver si sanaba en sábado, para tener algo de qué acusarlo.
8 Él, leyendo sus pensamientos, dijo al hombre de la mano paralizada: Levántate y ponte de pie en medio. Él se puso en pie.
9 Después se dirigió a ellos: Yo les pregunto qué está permitido en sábado: ¿Hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
10 Después, dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: Extiende la mano. Lo hizo y la mano quedó sana.
11 Ellos se pusieron furiosos y discutían qué hacer con Jesús.
Jesús vive un mesianismo desconcertante para las autoridades de su tiempo. Saben que en él opera algo maravilloso, pero no pueden verlo. Uno de los mayores límites es la comprensión o expectativa sobre lo que debería ser un mesías. Jesús se presenta de un modo distinto al esperado y pone de manifiesto dos cosas que son más importantes que la observancia de las leyes. Lo primero que hace es plantear un dilema de opuestos entre hacer el bien o el mal, entre salvar o destruir una vida. De esta interpelación se desprende un gesto que resuelve todo: la vida de las personas en necesidad prevalece por encima de prejuicios o normas religiosas. Esto indigna a los fariseos, pero a la vez echa luz sobre otra cosa: una ceguera en la que se manifiesta la obra liberadora de Dios. Tal vez podemos preguntarnos qué tipo de caridad hemos de hacer, o si es prudente la participación de ciertas personas en la vida de la comunidad… Jesús hoy nos regala un buen criterio de discernimiento.
“La religión de no pocos cristianos se alimenta más del miedo a Dios que de la alabanza y la acción de gracias” (J. Pagola).