Primera lectura: Is 40,25-31:
El Señor todopoderoso da fuerza al cansado
Salmo: 103:
“Bendice, alma mía, al Señor”
Evangelio: Mt 11,28-30:
“Vengan a mí todos los que están cansados”
2ª Semana de Adviento San Dámaso I (384)
29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida.
30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
Todo aquello considerado una carga deja de serlo cuando se hace por amor. Aún en circunstancias adversas, los sacrificios a favor de la vida generan plenitud. Por el contrario, las cosas, aun las más pequeñas que solemos hacer obligados y no por convicción, generan agobio y frustración. Este es el llamado de atención que hace Jesús a los líderes religiosos para que, renunciando a ser meros “funcionarios”, dejen de ir tras poder, prestigio o interés mezquino y sirvan a la causa del Reino. La satisfacción o verdadera paga está en experimentar el amor de Dios como fuente de nuestra disposición a hacer el bien y aliviar a otros de sus agobios o pesares. En nuestras comunidades de fe, no podemos dar cabida a la victimización estéril que culpa a otros de sus males. Necesitamos fomentar aquella oblación fecunda de quien aprovecha toda oportunidad para crecer y aprender. Ojalá que nuestro acercamiento y comunión con Jesús nos haga personas más disponibles y generosas, capaces de no actuar por mero compromiso sino por convicción.
“Lo decisivo no es la teoría, sino la compasión que lleva a ayudar al otro cuando está necesitado” (J. Pagola).