Primera lectura: Is 40,1-11:
Dios consuela a su pueblo
Salmo: 96:
Nuestro Dios llega con poder
Evangelio: Mt 18,12-14:
El Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños
2ª Semana de Adviento Santa Eulalia (304)
13 Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve no extraviadas.
14 Del mismo modo, el Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.
Con el dato de las noventa y nueve ovejas que quedan en el redil, el evangelista retrata aquel instinto de preservación presente en las comunidades que, centrándose en sí mismas, se olvidan de la misión para la que fueron concebidas. ¿No es acaso este el llamado que el Papa Francisco ha hecho a la Iglesia? Dedicada a una pastoral de mera conservación (Evangelii Gaudium 15) llega a desentenderse de la suerte de aquella oveja extraviada. El relato insiste en que Dios no quiere que se pierda “ni uno” de estos pequeños, haciendo ver la actitud de indiferencia o desprecio generalizado de quienes persisten en la idea de haber sido enviados sólo “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 15,24). La identidad de la Iglesia se empobrece al renunciar a ese impulso misionero que la hace comprometerse en alianza con quienes buscan la defensa de la vida, de toda VIDA. La alegría no puede ser fruto del intimismo engañoso, sino que, como nos señala el Evangelio, nace de salvar lo perdido y olvidado.
“Dios es bueno; su bondad lo llena todo; su misericordia esta´ ya irrumpiendo en la vida” (J. Pagola).