Primera lectura: Ap 18,1-2.21-23; 19,1-3.9ª:
¡Cayó la gran Babilonia!
Salmo: 100:
Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero
Evangelio: Lc 21,20-28:
La destrucción de Jerusalén está cercana
34ª Semana Ordinario Santa Catalina Labouré (1876) Día de Acción de Gracias (Estados Unidos)
21 Entonces los que estén en Judea escapen a los montes; los que estén dentro de la ciudad salgan al campo; los que estén en el campo no vuelvan a la ciudad.
22 Porque es el día de la venganza, cuando se cumplirá todo lo que está escrito.
23 ¡Ay de las embarazadas y de las que tengan niños de pecho aquel día! Sobre el país vendrá una gran desgracia y sobre este pueblo soplará la ira de Dios.
24 Caerán a filo de espada y serán llevados prisioneros a todos los países. Jerusalén será pisoteada por paganos, hasta que la época de los paganos se termine.
25 Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra se angustiarán los pueblos, desconcertados por el estruendo del mar y del oleaje.
26 Los hombres desfallecerán de miedo, aguardando lo que le va a suceder al mundo; porque hasta las fuerzas del universo se tambalearán.
27 Entonces verán al Hijo del Hombre que llega en una nube con gran poder y gloria.
28 Cuando comience a suceder todo eso, enderécense y levanten la cabeza, porque ha llegado el día de su liberación.
Jesús continúa con el llamado «discurso escatológico». Es una instrucción para fortalecer la fe de la comunidad discipular. El tema de la destrucción de Jerusalén que ya se ha comentado, será fruto de juegos de poder y alianzas equivocadas. El autor del tercer evangelio está haciendo una lectura teológica de este acontecimiento que marcó la vida del pueblo. El asunto de las huidas a los montes significa el desprendimiento de todo lo que puede atar al ser humano. El sobresalto es tal que afecta incluso la vida de las futuras generaciones. ¡Atención! No se debe hacer en absoluto ninguna interpretación literal de estos acontecimientos. Las lecturas fundamentalistas son altamente nocivas. Todas las violencias y fenómenos telúricos o cósmicos hacen referencia al encuentro con el Señor. Pero no debemos olvidar que nuestro Dios es justo y misericordioso. El encuentro con el Señor será dignificador y liberador. ¿Cuándo? Hemos de llegar a pensar que sucede cada día, en todo momento, pero lo será en definitiva el día que corporalmente seamos llamados a su presencia.
“Desde la esperanza cristiana, cualquier momento de la historia es siempre un tiempo que no contiene todavía toda la justicia, liberación y vida que le esperan a la humanidad” (J. Pagola).