Primera lectura: Ap 15,1-4:
Cantaban el cántico del Cordero
Salmo: 98:
“Grandes y maravillosas son tus obras, Señor”
Evangelio: Lc 21,12-19:
“Todos les odiarán por causa mía”
34ª Semana Ordinario Nuestra Sra. de la Medalla Milagrosa San Virgilio (784)
13 y así tendrán la oportunidad de dar testimonio de mí.
14 Háganse el propósito de no preparar su defensa;
15 yo les daré una elocuencia y una prudencia que ningún adversario podrá resistir ni refutar.
16 Hasta sus padres y hermanos, parientes y amigos los entregarán y algunos de ustedes serán ajusticiados;
17 y todos los odiarán a causa de mi nombre.
18 Sin embargo no se perderá ni un pelo de su cabeza.
19 Gracias a la constancia salvarán sus vidas.
Las persecuciones, desapariciones, ejecuciones sin juicio… la eliminación de evangelizadores, de defensores de derechos humanos o medioambientales y líderes sociales, son un indicador del irrespeto por la vida y la ambición desmedida de poder en nuestra América y también el mundo. Jesús lo anunció a sus seguidores: El martirio es inherente a la búsqueda de una humanidad más digna, libre, justa y auténtica. El martirio es un don, una gracia, es decir, una fuerza interior que capacita y cualifica a la persona para afrontar la persecución y el conflicto. Jesús promete la asistencia del Espíritu a quienes se toman en serio el Evangelio y les toca afrontar la persecución por su causa. Dará elocuencia para defenderse delante de los poderosos y valentía en el momento de la muerte. Es aquí donde cobra valor la resurrección de tantas personas que han muerto injustamente. El compromiso de las comunidades es mantener viva su memoria y la razón por la cuál donaron la vida.
“Dios está presente en nuestra vida prometiendo, garantizando y abriendo futuro” (J. Pagola).