Primera lectura: Ap 20,1-4.11–21,2:
Vi la nueva Jerusalén, que descendía del cielo
Salmo: 84:
Ésta es la morada de Dios con los hombres
Evangelio: Lc 21,29-33:
“Cuando vean que suceden estas cosas, saben que está cerca el reino de Dios”
34ª Semana Ordinario San Saturnino (250)
30 cuando echan brotes, se dan cuenta de que el verano está cerca.
31 Igual ustedes, cuando vean que sucede eso, sepan que se acerca el reino de Dios.
32 Les aseguro que no pasará esta generación antes de que suceda todo eso.
33 Cielo y tierra pasarán, más mis palabras no pasarán.
Luego de los anuncios de caos y destrucción llegan palabras de vida y esperanza. Así como las semillas, los arbustos, las flores y los frutos viven un lento proceso de transformación, también la irrupción del reinado de Dios crece lentamente por dentro de la historia, transformándola y haciéndola fructificar en abundancia. Si, como dice el Salmo 71: “tu Reino es vida, tu reino es verdad, tu reino es justicia, tu reino es amor…”, entonces esa semilla que va naciendo y creciendo en la realidad irá dando frutos abundantes de vida y esperanza. En vez de estar anclados en el miedo y la desesperación por el fin del mundo con su destrucción, hay que preocuparse y trabajar con alegría para que el proyecto de Dios se realice. El reino de Dios no es otra cosa que una sociedad y una humanidad totalmente transformadas por los valores fundamentales del Evangelio de Jesús. Mantengamos una mirada esperanzadora y no dejemos de dar frutos de vida nueva en lo personal y comunitario.
“La esperanza es más bien un estilo de vida, una manera de afrontar el futuro de forma positiva y confiada, sin dejarnos atrapar por el derrotismo” (J. Pagola).