Primera lectura: Zac 2,14-17:
Canto de la Hija de Sión
Salmo: 96:
Cuenten las maravillas del Señor a todas las naciones
Evangelio: Lc 1,39-45:
“¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”
2ª Semana de Adviento Nuestra Sra. de Guadalupe
40 Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo,
42 exclamó con voz fuerte: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
43 ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
44 Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre.
45 ¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció.
El Dios Creador desde siempre pensó en la mujer como portadora de su bendición, aunque por los condicionamientos histórico-patriarcales no se la percibiera digna de tal encomienda. Desde María de Guadalupe resignificamos la presencia de Dios que bendice y hace portadores de bendición a los pueblos originarios, a quienes por generaciones se ha considerado minoría y, por consiguiente, con menos derechos. La imagen de María discípula-misionera que, aún sabiéndose en apuros, se solidariza con las necesidades de su entorno, nos permita estrechar lazos de solidaridad para con las comunidades indígenas y campesinas. “Y eso que nos une es lo que nos permite estar en el mundo sin que nos devoren la inmanencia terrena, el vaci´o espiritual, el egocentrismo co´modo, el individualismo consumista y autodestructivo” (QA 108). Hoy más que un día para la devoción a la Madre, veamos en ella el testimonio de quien se vacía de sí para dar realización al plan de Dios que libera y dignifica toda vida.
“María evangeliza no solo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu” (J. Pagola).
