Primera lectura: Baruc 5,1-9:
Dios mostrará su esplendor sobre ti
Salmo: 126:
El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres
Segunda lectura: Filipenses 1,4-6.8-11:
Que lleguen al día de Cristo limpios e irreprochables
Evangelio: Lucas 3,1-6:
Todos verán la salvación de Dios
2º de Adviento
2 bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, la Palabra del Señor se dirigió a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3 Juan recorrió toda la región del río Jordán predicando un bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados,
4 como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos.
5 Todo barranco se rellenará, montes y colinas se aplanarán, lo torcido se enderezará y lo disparejo será nivelado
6 y todo mortal verá la salvación de Dios.
La estratificación, categorización o discriminación de personas en el mundo actual genera millones de seres humanos excluidos, sometidos a grandes injusticias que hieren el tejido social y también van dejando víctimas a su paso. El luto en las familias empobrecidas es cada vez más frecuente y las esperanzas de cambio escasas. En escenarios tan complejos como los nuestros, se hace necesaria la palabra de los profetas que pongan en evidencia la presencia activa del Dios justo y misericordioso. En la lectura de Baruc, hay una invitación a transformar el luto en oportunidad, dando paso a la implementación de correctivos que reivindiquen la memoria de las vidas sacrificadas. Con la insistencia en la justicia cósmica, se busca no sólo superar las desigualdades humanas sino los atropellos cometidos contra los ecosistemas.
San Pablo, sabiéndose corresponsable del proceso de fe de las comunidades, las anima a perseverar dando frutos de buenas obras. Las exhorta a poner en práctica el discernimiento que las habilite para saber elegir lo que favorezca la vida común. Esta actitud del apóstol de los gentiles nos evoca un proceso “sinodal”, experiencia de fe que el Papa Francisco ha impulsado en estos últimos años con la intención de generar más escucha, discernimiento y comunión. Dichos procesos son los que, por años en América Latina, vienen realizando las comunidades eclesiales de base a pesar del descrédito y poco apoyo que han recibido.
Juan el Bautista es presentado como personaje esencial en el Adviento. Se lo reconoce como antecesor o precursor del proyecto liberador de Jesús. Alejado del centro de poder y de la programación impuesta por el sistema socio-religioso imperante, se adentra en el desierto y lo señala como el camino necesario para la liberación. Si agudizas los sentidos, serás capaz de identificar tus propias incoherencias y tu complicidad con todo aquello que te lastima, enferma y mata. ¿Qué desiertos necesitas transitar para desconectarte o desintoxicarte de lo que te esclaviza? Recuerda que la comunidad de fe a la cual perteneces está llamada a favorecer procesos de transformación que ayuden a alcanzar madurez humana y cristiana.
Ofrece la segunda vela de la Corona de Adviento por quienes luchan por la defensa de los derechos humanos y del ambiente. Comprométete a realizar una acción ecológica a favor del medio ambiente. No dejes que el consumismo de fin de año nuble tu camino de preparación para celebrar con sencillez y alegría al Dios con nosotros.
“El cristiano se acerca a la realidad como algo inacabado y en marcha; no acepta las cosas tal como son, sino tal como deberán ser” (J. Pagola).