Primera lectura: Is 48,17-19:
¡Si hubieras atendido a mis mandatos!
Salmo: 1:
El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida
Evangelio: Mt 11,16-19:
No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre
2ª Semana de Adviento Santa Lucía (304)
17 Hemos tocado la flauta y no bailaron; hemos entonado cánticos fúnebres y no hicieron duelo.
18 Vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: está endemoniado.
19 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: miren qué comilón y bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores. Pero la sabiduría se conoce por sus obras.
Uno de los riesgos que corren las comunidades de fe es no promover la madurez de sus miembros. Muchos de los procesos catequéticos que no dieron paso experiencias significativas de encuentro con Jesús terminan en vivencias superficiales de fe o en alejamiento. Centrados en el cumplimiento de mandatos, nos convertimos en fiscalizadores que velan por el cuidado de las prácticas religiosas y nos olvidamos de los encuentros donde la fraternidad y la sororidad son el fermento de relaciones nuevas. Una fe de poca profundidad da como resultado creyentes insatisfechos y volubles. Jesús nos quiere personas íntegras pero misericordiosas, capaces de disfrutar aquello que el mundo tiene para ofrecernos, pero con la suficiente sabiduría para alcanzar un equilibrio en la vida. No es con prohibiciones como se alcanza la madurez, sino a partir del testimonio de quienes guían o acompañan. Quizá es un buen día para orar por cuantos animan el caminar de las comunidades, pidiendo por su servicio evangelizador y su testimonio alegre.
“Los hombres y mujeres de hoy seguirán alejándose de la fe mientras no descubran que Dios sólo busca nuestra felicidad” (J. Pagola).