Primera lectura: Is 30,19-21.23-26:
Se apiadará a la voz de tu gemido
Salmo: 147:
Dichosos los que esperan en el Señor
Evangelio: Mt 9,35-38–10,1.6-8:
Al ver a las gentes, se compadecía de ellas
1ª Semana de Adviento San Ambrosio (397)
37 Entonces dijo a los discípulos: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
38 Rueguen al dueño de los campos que envíe trabajadores para su cosecha.
10.1 Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos, para expulsarlos y para sanar toda clase de enfermedades y dolencias.
7 Y de camino proclamen que el reino de los cielos está cerca.
8 Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien a los leprosos, expulsen a los demonios. Gratuitamente han recibido, gratuitamente deben dar.
Jesús invitaba a su comunidad discipular no sólo a anunciar el Reino sino a hacerlo vida en su dinámica cotidiana. Hoy la siembra del Reino continúa siendo misión de la Iglesia y nos hemos de sentir corresponsables de su realización entre nosotros. ¿Sabemos qué tan cerca y en qué realidades se hace presente el reino de Dios? ¿No será que lo seguimos ubicando, como antiguamente, en el más allá de esta vida? En el relato evangélico, las acciones de Jesús anuncian la presencia del Reino cuando devuelve la dignidad, la salud, la libertad y la paz a quienes la sociedad excluía y condenaba. Es una realidad nueva que realiza la justicia de Dios. Un Dios que no sólo ve lo malo para condenarlo sino que busca erradicarlo con acciones de compasión entrañable. La comunidad, como lugar de encuentro, debe procurar hacer vida el reino de Dios, dar más cabida al Espíritu para que moldee y modere aquello que decimos, pensamos y hacemos a favor de una comunión cada vez más universal.
“Hemos de abrir el horizonte de nuestras comunidades… abrir caminos de compasión y justicia en el pequeño mundo en el que nos movemos cada día” (J. Pagola).