Primera lectura: Daniel 7,13-14:
Su dominio es eterno y no pasa
Salmo: 93:
El Señor reina vestido de majestad
Segunda lectura: Apocalipsis 1,5-8:
Él hizo de nosotros un reino, sacerdotes de su padre Dios
Evangelio: Juan 18,33b-37:
“Tú lo dices: ¡Soy rey!”
34º Ordinario JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO
34 Jesús respondió: ¿Eso lo preguntas por tu cuenta o porque te lo han dicho otros de mí?
35 Pilato respondió: ¡Ni que yo fuera judío! Tu nación y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
36 Contestó Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis soldados habrían peleado para que no me entregaran a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
37 Le dijo Pilato: Entonces, ¿tú eres rey? Jesús contestó: Tú lo dices. Yo soy rey: para eso he nacido, para eso he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Quien está de parte de la verdad escucha mi voz.
Hace un par de años el mundo se conmovió ante el fallecimiento de la Reina Isabel II de Inglaterra. Los noticieros de televisión y todos los medios de comunicación hicieron un gran despliegue de lo que significa una monarquía. Aunque aquí no vamos a comentar el acontecimiento, hacemos de él oportuna ocasión para comprender lo que es una monarquía, un reinado. Generalmente una monarquía se define como una “forma de gobierno en la que la jefatura del Estado reside en una persona, un rey o reina, cargo generalmente vitalicio al que se accede por derecho y de forma hereditaria”.
Generalmente el rey es soberano absoluto. Ahora bien, la misión de Jesús es el anuncio y la instauración del Reino o Reinado de Dios. ¿En qué consiste ese Reinado? ¿Es igual a los demás reinos del mundo? En definitiva, no es igual. En el pasaje de hoy se narra el encuentro de Jesús, prisionero, torturado y enjuiciado por Pilato, el procurador, representante del emperador y jefe militar. Es decir, se describe la confrontación del poder con la debilidad. Sin embargo, llama la atención el señorío de Jesús.
A pesar de ser humillado y maltratado, traicionado y abandonado, Jesús mantiene su dignidad. Pilato habla de la condición regia de Jesús, con el imaginario de “soberano político todopoderoso”, mientras Jesús habla de su condición de Rey desde la mirada de Dios. Es la soberanía del amor lo que se manifiesta en el proyecto de un Dios que se vacía a sí mismo en el acto creador y se abaja para dignificar la vida por él creada. El Reinado de Dios, manifestado en Jesús, está profundamente ligado a la verdad. Una verdad no solo conceptual o intelectual sino como autenticidad de vida. Jesús no solo dice la verdad, sino que él es la verdad.
Toda su persona es revelación de la verdad de ese Dios creador y liberador. Jesús manifiesta la soberanía de Dios por la libertad con la que vivie y por la capacidad de entregar la vida, particularmente por los empobrecidos de la historia. Las consecuencias de la praxis del amor en el espacio del Reino es el cuidado y defensa de la vida en todas sus formas.
Pidamos que el señorío de Dios se traduzca en acciones concretas de amor y reconciliación. Piensa con tu familia y comunidad en acciones o gestos concretos que manifiesten a Dios como rey soberano de sus vidas y relaciones. ¡No te olvides del cuidado del planeta como una acción soberana por excelencia!
“Seguir a Jesús es confiar en el Padre de todos, invocar su nombre santo, pedir la venida de su reino y sembrar la esperanza de Jesús contra toda esperanza” (J. Pagola).