Primera lectura: Is 29,17-24:
Aquel día, los ciegos verán
Salmo: 27:
“El Señor es mi luz y mi salvación”
Evangelio: Mt 9,27-31:
Jesús cura a dos ciegos que creen en él
1ª Semana de Adviento San Nicolás de Bari (350)
28 Al entrar en casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: ¿Creen que puedo hacerlo? Contestaron: Sí, Señor.
29 Él les tocó los ojos diciendo: Que suceda como ustedes han creído.
30 Entonces se les abrieron los ojos, y Jesús les recomendó: ¡Cuidado, que nadie lo sepa!
31 Pero ellos se fueron y divulgaron su fama por toda la región.
La fe de dos ciegos es puesta a prueba en el evangelio de hoy. Se cuestiona su disposición a creer en Jesús y en su proyecto humanizador. Necesitamos reconocer las cegueras personales o sociales que hoy padecemos y, si la fe precede a la curación, se hace necesario creer en las posibilidades reales que tenemos de ver más allá de lo evidente. Es evidente que la sociedad de consumo nos vende promesas de felicidad y bienestar. Pero ¿somos capaces de “ver” y cuestionar? ¿A qué precio? Según el sociólogo Zigmunt Bauman, lo que más imposibilita generar cambios reales en el comportamiento de las personas en su ceguera moral. La fe de las comunidades ha de ser activa y perseverante no sólo en busca de un milagro puntual sino en el echar a andar estilos de vida alternativos al sistema injusto imperante. A ejemplo de los que fueron curados por Jesús, necesitamos convertirnos en pregoneros y testigos del bienestar recibido.
“Nuestro cuerpo es el lugar de encuentro y comunicación con los demás, es el lugar de la caridad” (J. Pagola).