Primera lectura: Sofonías 3,14-18a:
El Señor e alegra con júbilo en ti
Salmo: Interleccional Is 12:
Griten jubilosos: “¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!”
Segunda loectura: Filipenses 4,4-7:
El Señor está cerca
Evangelio: Lucas 3,10-18:
¿Qué hemos de hacer?
3º de Adviento Santa María de la Rosa (1855)
11 Les respondía: El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; otro tanto el que tenga comida.
12 Fueron también algunos recaudadores de impuestos a bautizarse y le preguntaban: Maestro, ¿qué debemos hacer?
13 Él les contestó: No exijan más de lo que está ordenado.
14 También los soldados le preguntaban: Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: No maltraten ni denuncien a nadie y conténtense con su sueldo.
15 Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban por dentro si Juan no sería el Mesías,
16 Juan se dirigió a todos: Yo los bautizo con agua; pero viene uno con más autoridad que yo, y yo no soy digno para soltarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego.
17 Ya empuña la horquilla para limpiar su cosecha y reunir el trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que no se apaga.
Los niveles de insatisfacción con los que se vive en la sociedad de consumo son desafiantes. La obsolescencia programada, las tendencias y las modas, las promesas de eterna juventud y felicidad, las categorías de cliente VIP y las membrecías, van generando vidas dependientes de productos, marcas y corporaciones. Al mercado de consumo le resulta conveniente mantener a las personas insatisfechas con ganas de más y nuevas cosas, generando ansiedad y falsas promesas de felicidad. Cada vez cuesta más valorar las pequeñas cosas y quedar conformes con lo necesario. Por eso Sofonías invita al pueblo a sacar provecho de las oportunidades, recuperar el tiempo perdido y dejarse restaurar por el amor de Dios. Aprender a confiar más en el Dios que también se alegra de ver a su obra creadora cada vez más libre y menos dependiente.
Llega el tiempo de resignificarlo todo, reconociendo lo frágil y valioso de la vida; pasar del “ego” que nos aísla al cultivo de relaciones que irradien bondad. La invitación de Pablo a las comunidades de fe es convertirse en espacios de realización compartida sin recelos ni otro afán que no sea el de cuidar y sostenerse unos a otros.
Juan el Bautista, al ver la indolencia bajo la que vive el pueblo, se convierte en personaje de denuncia. Busca que se corrijan actitudes destructivas como la ambición, el abuso de poder y la violencia. Si se aprendiera a vivir con poco y a no corromperse aseguraríamos que los bienes alcanzaran para las grandes mayorías empobrecidas. Pero en la sociedad de bienestar actual se percibe poca voluntad de cambio: “Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros; ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe” (EG 54). Por eso el profeta reconoce la necesidad de “limpiar” y “quemar” en relación a la acción del Espíritu en la comunidad de fe. Recuerda que el Adviento te impulsa a ser gestor de bienestar. ¿Qué te lo impide? ¿A qué te pudieras estar aferrando? ¿Qué necesitas relativizar y qué debes priorizar?
Que al encender tu tercera vela de la Corona de Adviento puedas tener presentes a todas las personas que sufren el abandono, el abuso o la enfermedad para que Dios, en su providencia, les haga sentir su amor. Ten un gesto de bondad que genere alegría en el corazón de una persona desconocida o con alguien de tu familia que este pasando un mal momento.
“Hemos de purificar la esperanza cristiana de cualquier individualismo o egoísmo que la degrade” (J. Pagola).