Primera lectura: Nah 2,1.3;3,1-3.6-7:
¡Ay de la ciudad sangrienta!
Salmo: Interleccional Deut 32:
“Yo doy la muerte y la vida”
Evangelio: Mt 16,24-28:
¿Qué precio pagará un hombre por su vida?
18ª Semana Ordinario Santa Candida María de Jesús (1912) Santa Teresa Benedicta de la Cruz (1492)
25 El que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda la vida por mi causa la conservará.
26 ¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?, ¿qué precio pagará por su vida?
27 El Hijo del Hombre ha de venir con la gloria de su Padre y acompañado de sus ángeles. Entonces pagará a cada uno según su conducta.
28 Les aseguro: hay algunos de los que están aquí que no morirán antes de ver al Hijo del Hombre venir en su reino.
Jesús nos está invitando a seguirle en este proyecto que él ha llamado reino de Dios. El seguimiento de Jesús forma parte del núcleo del Evangelio. Cuando habla de tomar la Cruz, no alude a normas ascéticas o penitenciales que debemos asumir. Aquí Jesús se está refiriendo a tomar las causas que él mismo asumió y que le llevaron a la Cruz. Tomar la cruz es estar dispuestos a sufrir las consecuencias de la defensa de la vida, a ocuparnos los que en este mundo la están pasando mal por culpa de los odios y las injusticias, los hijos y las hijas predilectos de su Padre, Dios.. Es estar decididos a bajar a los crucificados de sus cruces. Ese sufrimiento es el que nos hace comunidades imitadoras de Jesús. Ese es el secreto para ganar la vida. Nada hay en el mundo más valioso que esto: estar dispuestos a llevar nuestras cruces por haber ayudado a Jesús a descolgar a los crucificados de la historia.
“Es preferible sufrir injustamente antes que colaborar en alguna injusticia” (J. Pagola).