Primera lectura: Jer 31,31-34:
“Haré una alianza nueva, y no recordaré sus pecados”
Salmo: 51:
“Oh Dios, crea en mí un corazón puro”
Evangelio: Mt 16,13-23:
“Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos”
18ª Semana Ordinario Santo Domingo de Guzmán (1221) Santa María MacKillop (1909)
14 Ellos contestaron: Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; otros, Jeremías o algún otro profeta.
15 Él les dijo: Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
16 Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
17 Jesús le dijo: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre del cielo!
18 Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá.
19ª ti te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
20 Entonces les ordenó que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
21 A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, padecer mucho por causa de los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y al tercer día resucitar.
22 Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo: ¡Dios no lo permita, Señor! No te sucederá tal cosa.
23 Él se volvió y dijo a Pedro: ¡Aléjate, Satanás! Quieres hacerme caer. Piensas como los hombres, no como Dios.
En el evangelio de hoy se unen los dos aspectos de la vocación de Pedro como piedra sólida de la construcción de la Iglesia: será ‘portero’ y ‘custodio’ de las llaves para entrar en esta comunidad cristiana donde se gesta el reino de Dios, pero también será “motivo de escándalo” porque todavía no ha entendido el mesianismo del mismo Crucificado. Este sigue siendo el gran reto del papado y de toda la comunidad cristiana: ser piedra en la construcción de una Iglesia servidora de la novedad del Reino, lejos del poder, el prestigio y los privilegios. Ciertamente los últimos papas han realizado un esfuerzo en favor de lo que podríamos llamar ‘conversión’ del papado, especialmente el Papa Francisco. Queda mucho por recorrer en este camino de conversión empezando desde abajo, construyendo comunidades cristianas que sean como piedrecitas que construyen el Reino. Haciendo que cada comunidad sea una llave para abrir puertas en favor del reino de Dios. Atar y desatar, como actos de misericordia, invitan a la Iglesia a una pastoral de compasión, paciencia y ternura.
“Si Jesús acepta la cruz no es por gusto, sino porque no quiere negarse a sí mismo ni negar al Padre que ama” (J. Pagola).