Primera lectura: Jer 28,1-17:
Su vestido era blanco como nieve
Salmo: 97:
El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
Segunda lectura: 2Pe 1,16-19:
Esta voz del cielo la oímos nosotros
Evangelio: Mc 9,2-10:
“Este es mi Hijo amado”
18ª Semana Ordinario Transfiguración del Señor
3 su ropa se volvió de una blancura resplandeciente, tan blanca como nadie en el mundo sería capaz de blanquearla.
4 Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús.
5 Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías
6 –No sabía lo que decía, porque estaban llenos de miedo–.
7 Entonces vino una nube que les hizo sombra, y salió de ella una voz: Éste es mi Hijo querido. Escúchenlo.
8 De pronto miraron a su alrededor y no vieron más que a Jesús solo con ellos.
9 Mientras bajaban de la montaña les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
10 Ellos cumplieron aquel encargo, pero se preguntaban qué significaría resucitar de entre los muertos.
Seis días después de la crisis experimentada por el reiterado anuncio del mesianismo de Jesús, que desconcierta a sus discípulos, llega este séptimo día como anticipo de su resurrección. Para ello se necesitan dos testigos: la Ley y los Profetas. El Deuteronomio ordenaba que los hechos importantes tuvieran dos testigos (Deut 19,15). Y hay tres invitados: Pedro, Santiago y Juan, a quienes Jesús impuso un nombre nuevo para una nueva misión. Todos los símbolos ―montaña, nube, vestidura blanca― manifiestan la identidad de Jesús y son un anticipo de su nueva manera de estar presente, inundado de Dios, reconfortandoa los suyos (Hch 14,22). Es un subir y experimentar la gloria de Aquel a quien tenemos que escuchar, no para desentendernos en una especie de luna de miel, como propone Pedro, sino para bajar a la rutina de la vida diaria, pero con un corazón nuevo, inundado por las primicias de la Pascua.
“Así se preocupa Dios de las personas, así mira a los que sufren, así busca a los perdidos, así bendice a los pequeños, así acoge, así comprende, así perdona, así ama” (J. Pagola).