Primera lectura: Jer 28,1-17:
“Ananías, el Señor te ha enviado”
Salmo: 119:
“Instrúyeme, Señor, en tus leyes”
Evangelio: Mt 14,13-21:
Denles ustedes de comer
18ª Semana Ordinario Nuestra Sra. de las Nieves
14 Jesús desembarcó y, al ver la gran multitud, sintió lástima y sanó a los enfermos.
15 Al atardecer los discípulos fueron a decirle: El lugar es despoblado y ya es tarde; despide a la multitud para que vayan a los pueblos a comprar algo de comer.
16 Jesús les respondió: –No hace falta que vayan; denle ustedes de comer.
17 Respondieron: Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados.
18 Él les dijo: Tráiganlos.
19 Después mandó a la multitud sentarse en la hierba, tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, dio gracias, partió el pan y se lo dio a sus discípulos; ellos se lo dieron a la multitud.
20 Comieron todos, quedaron satisfechos, recogieron las sobras y llenaron doce canastos.
21 Los que comieron eran cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Las comidas de Jesús son espacios inclusivos y proféticos, pues al comer con pecadores preanuncia el banquete del Reino y denuncia las mesas que excluyen. En estas comidas siempre hay espacio para los que viven en las periferias del mundo. Comidas que nacen de la compasión de Dios revelada en Jesús. Los discípulos ven el hambre de la muchedumbre como situación meramente económica y quieren desentenderse: «que vayan a los pueblos a comprar algo». Como si quisiera decir: el mercado lo resuelve todo. Para Jesús el problema es de todos nosotros: «Denles ustedes de comer». Porque comida sí hay en el mundo. Es poco, pero si juntamos esos muchos “pocos”, basta y sobra. Lo que se necesita es el compartir. Esto sí que es escaso en el mundo. Fue en una Cena donde Jesús nos dejó su testamento y quiere que hagamos memoria suya en la Cena Eucarística. Lo que pasa es que hemos convertido a la eucaristía en un simple acto de piedad, sin la fuerza transformadora para hacer de este mundo una mesa donde quepan todos los marginados.
“Con Jesús nos empezamos a encontrar cuando comenzamos a confiar en Dios como confiaba él, cuando creemos en el amor como creía él” (J. Pagola).