4 de Septiembre del 2024

22ª Semana Ordinario Santa Rosalía (1160)

 

38 En aquel tiempo salió Jesús de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Pedro estaba con fiebre muy alta y le suplicaban que hiciera algo por ella.
39 Él se inclinó sobre ella, increpó a la fiebre y se le pasó. Inmediatamente se levantó y se puso a servirles.
40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban. Él ponía las manos sobre cada uno y los sanaba.
41 De muchos salían demonios gritando: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Él los increpaba y no los dejaba hablar, pues sabían que era el Mesías.
42 Por la mañana salió y se dirigió a un lugar despoblado. La multitud lo anduvo buscando, y cuando lo alcanzaron, lo retenían para que no se fuese.
43 Pero él les dijo: También a las demás ciudades tengo que llevarles la Buena Noticia del reino de Dios, porque para eso he sido enviado.
44 Y predicaba en las sinagogas de Judea.

 

 

 

Comentario 

 

Jesús es popular. Para bien o para mal, su fama lo precede entre las multitudes. Se conoce su modo único de interpelar las situaciones más variadas de la vida. La multitud lo busca, desea encontrarlo, porque sus gestos son transformadores. El mesianismo de Jesús es una respuesta al dolor concreto de hombres y mujeres en el cuerpo o el espíritu. En muchas de nuestras realidades eclesiales, es común ver que, cuando nos visita el dolor, se desgranan oraciones, se caminan procesiones, se hacen promesas. Nace y se renueva una mística popular movida por el sentimiento de confianza, por la esperanza en Aquel que le puede consolar. En esta mística se dan muchas veces los gestos más grandes de generosidad en muchos que, como la suegra de Pedro, se convierten en testigos del bien recibido ejercitándolo también a favor de otros. Jesús abre el horizonte más allá de su región, anunciando que Dios visita a su Pueblo con misericordia para hacerlos testigos de la Buena Noticia del Reino.

“Para vivir y amar la propia vida de forma sana, el individuo necesita sentirse apreciado y amado incondicionalmente por alguien” (J. Pagola).