Diario Bíblico en Español

4 de Agosto del 2024

Primera lectura: Éxodo 16,2-4.12-15:           
“Yo haré llover pan del cielo”
Salmo: 78: 
El Señor les dio un trigo celeste
Segunda lectura: Efesios 4,17.20-24: 
Vístanse de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios
Evangelio: Juan 6,24-35:                                       
“El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed”

18º Ordinario San Juan Maria Vianney (1859)

 
24 En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron en los botes y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús.
25 Lo encontraron a la otra orilla del lago y le preguntaron: Maestro, ¿cuándo llegaste aquí?
26 Jesús les respondió: Les aseguro que no me buscan por las señales que han visto, sino porque se han hartado de pan.
27 Trabajen no por un alimento que perece, sino por un alimento que dura y da vida eterna; el que les dará el Hijo del Hombre. En él Dios Padre ha puesto su sello.
28 Le preguntaron: ¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?
29 Jesús les contestó: La obra de Dios consiste en que ustedes crean en aquel que él envió.
30 Le dijeron: ¿Qué señal haces para que veamos y creamos? ¿En qué trabajas?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.
32 Les respondió Jesús: Les aseguro, no fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo.
33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan.
35 Jesús les contestó: Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed.


 
 
Comentario 

 

La gente, después de saciarse con el pan que les proporcionaron Jesús y sus discípulos, lo vuelve a buscar para recibir otra vez ese mismo regalo. No lo buscan por haber entendido el signo: la lección del gesto maravilloso del pan compartido. Se contentan con un Jesús que da de comer la comida perecedera. Se han hecho una imagen de Jesús muy provisional. No buscan más. Se contentan con un maná que no sacia del todo porque “todos murieron en el desierto”. Jesús les invita a buscar otra comida que dura más, que dura hasta la vida eterna.
De esta manera Jesús, en el evangelio de Juan, introduce su largo discurso del Pan de vida para ayudarnos a no buscar solo “la comida que perece” (v. 29) y usará un lenguaje provocador. Hay que comer su carne y beber su sangre. Hay que comerle y hay que beberle. Como el lenguaje de las mamás cuando, teniendo a su bebé en brazos, aseguran: “me lo comería a besos”. Con eso Jesús nos da a entender que su vida y su mensaje del Reino son comida segura no sólo para saciar las hambres materiales de la humanidad sino el hambre mayor, el hambre de sentido. Jesús desenmascara así la ideología del mercado y su liturgia de muerte que multiplica en la historia a los “nadie”, a los hijos de “nadie”. Nos invita a asimilar lo que implican las Bienaventuranzas, a nutrirnos de ese otro alimento y a multiplicar en nuestras vidas los signos del Reino haciendo las obras de Dios.
La liturgia de la Palabra nos invita, como dice Pablo en la Carta a los Efesios, a despojarnos del hombre viejo (v. 22) y a revestirnos de la nueva condición humana (v. 24). Jesús se convierte así en Pan definitivo. La justicia y santidad auténticas nos invitarán a acoger al diferente o marginado, a la madre soltera, al de género diverso, al migrante, convirtiéndonos en signos de esa vida nueva. Este es el reto ahora para nosotros: convertir la Cena Eucarística en espacio sacramental inclusivo de ese programa de Dios. Pero, ¿no es cierto que hemos reducido la Eucaristía a un rito más separado de la vida? ¿No lo hemos convertido acaso en una simple devoción?
¡Cómo cambiaríamos la vida de este mundo si compartiéramos de otra manera la santa comunión! Este es Jesús, el que cumple a plenitud las palabras del Éxodo: el que hizo llover pan del cielo. Nos queda una gran tarea: nutrirnos, alimentarnos de Jesús hasta convertirnos nosotros mismos en pan que se deja comer.

“¿No necesitamos hoy los cristianos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, su pasión por Dios y por el ser humano? (J. Pagola)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El DIARIO BÍBLICO es un servicio desinteresado y no lucrativo que los Misioneros Claretianos de América hacen a la Nueva Evangelización, para las iglesias locales del Continente y de otras iglesias hispanoparlantes de más allá.

Esta es una publicación de © MICLA, que forma parte del grupo de Editores Claretianos Claret Publishing Group.
Bangalore • Barcelona • Buenos Aires • Chennai • Macao • Madrid • Manila • Santiago • São Paulo • Yaundé.

Diseño gráfico: e! Grupo Creativo, México.
www.egrupocreativo.com.mx

Programación: Experiencia Web, México.
www.experienciaweb.com.mx