Primera lectura: Job 1,6-22:
“El Señor me lo dio, él me lo quitó”
Salmo: 17:
“Inclina el oído y escucha mis palabras”
Evangelio: Lc 9,46-50:
“El más pequeño de ustedes es el mayor”
26ª Semana Ordinario San Jerónimo (420)
47 Jesús, sabiendo lo que pensaban, acercó un niño, lo colocó junto a sí
48 y les dijo: Quien recibe a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y quien me recibe a mí recibe al que me envió. El más pequeño de todos ustedes, ése es el mayor.
49 Juan le dijo: Maestro, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no sigue con nosotros.
50 Jesús respondió: No se lo impidan. Quien no está contra ustedes está con ustedes.
Uno de los mayores empeños de Jesús fue cambiar totalmente las dinámicas de poder que algunos creen ejercer sobre otros. Como el poder en sí mismo no es bueno ni malo, su ejercicio en pos de un bien o un daño dependerá de quienes lo ejerciten. Queriendo pasar de la verticalidad a la horizontalidad, la lógica del Reino mueve las estanterías para que, desde la comunidad discipular, se gesten nuevos vínculos de fraternidad. Por lo que se ve en distintos pasajes del Evangelio, se trasluce que no era una tarea sencilla predicar una sociedad más igualitaria ni entre los propios ni entre los ajenos. Sin embargo, nada se logra si no se democratiza el ejercicio de la palabra o la participación en la toma de decisiones. La enseñanza de Jesús se sostiene en dos claves: la ‘minoridad’ como libertad, y la colaboración como apertura a la diversidad. En nuestras comunidades, ¿cuáles son las mayores dificultades y cuáles las oportunidades de participación?
“A Jesús que se acercaba a los pequeños y maltratados, hoy lo podemos encontrar en todos los empobrecidos y necesitados” (J. Pagola).