Primera lectura: 1Cor 3,9c-11.16-17:
Ustedes son templos de Dios
Salmo: 47:
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios
Evangelio: Jn 2,13-22:
Hablaba del templo de su cuerpo
31ª Semana Ordinario Basílica de Letrán
14 Encontró en el recinto del templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero sentados.
15 Se hizo un látigo de cuerdas y expulsó a todos del templo, ovejas y bueyes; esparció las monedas de los que cambiaban dinero y volcó las mesas;
16 a los que vendían palomas les dijo: Saquen eso de aquí y no conviertan la casa de mi Padre en un mercado.
17 Los discípulos se acordaron de aquel texto: El celo por tu casa me devora.
18 Los judíos le dijeron: ¿Qué señal nos presentas para actuar de ese modo?
19 Jesús les contestó: Derriben este santuario y en tres días lo reconstruiré.
20 Los judíos dijeron: Cuarenta y seis años ha llevado la construcción de este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?
21 Pero él se refería al santuario de su cuerpo.
22 Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos recordaron que había dicho eso y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús.
La Iglesia celebra hoy la dedicación (o consagración) de la basílica de San Juan de Letrán, la sede episcopal del Papa, Obispo de Roma. En el pasaje del evangelio de Juan que leemos hoy, Jesús sube como peregrino a Jerusalén a celebrar la fiesta de la pascua, la memoria de la liberación de la esclavitud. Encuentra que el atrio del gran Templo de Jerusalén ha sido convertido en una plaza de mercado. Jesús rechaza este panorama mercantil expulsando con violencia a todos los que habían desfigurado la presencia de Dios en el Templo. Aprovechándose de la necesidad de las personas, no sólo se interesaban por obtener cuantiosas ganancias sino que habían convertido la casa de Dios en lugar de injusticias. Las autoridades religiosas, representantes de la institución, cuestionan la acción profética de Jesús. A partir del símil del cuerpo (personal y comunitario), pide valoración y respeto por la dignidad de toda persona. A Jesús le indigna la explotación religiosa de la fe del pueblo.
“La fe cristiana puede ser luz y estímulo precisamente en esa búsqueda de un bienestar de contenido cada vez más humano“ (J. Pagola).