Primera lectura: Flm 7-20:
Recíbelo como hermano querido
Salmo: 146:
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob
Evangelio: Lc 17,20-25:
El reino de Dios está entre ustedes
32ª Semana Ordinario San Serapio (1240)
21 ni dirán: míralo aquí, míralo allí. Pues está entre ustedes.
22 Después dijo a los discípulos: Llegarán días en que ustedes desearán ver uno de los días del Hijo del Hombre y no lo verán.
23 Si les dicen: Míralo aquí, míralo allá, no vayan ni les sigan.
24 Porque así como el relámpago brilla desde un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del Hombre cuando llegue su día.
25 Pero primero tiene que padecer mucho y ser rechazado por esta generación.
La expectativa escatológica, la espera del Mesías, o la llegada del reinado de Dios, era una gran preocupación para el pueblo de Israel, siempre sometido. Para las autoridades religiosas –sacerdotes, escribas y fariseos– la llegada del Mesías tenía que ser espectacular, deslumbrante. Para Jesús, el reino de Dios ya había llegado, Pero ellos no lo advertían. Se manifestaba en su persona, es decir, en su palabra y en sus acciones. El anuncio de la Buena Noticia del Reino y las acciones liberadoras que le acompañaban –sanaciones, exorcismos, liberaciones, dignificación de las personas marginadas– todas estas acciones manifestaban (y manifiestan) la presencia del reino de Dios. Sin embargo, solemos, como aquellas autoridades del tiempo de Jesús, buscar la presencia o la manifestación de Dios en grandes espectáculos religiosos, en aglomeraciones piadosas, en ‘milagrerismos’ que rayan con la superstición y la magia… El reino de Dios se manifiesta en lo pequeño, lo sencillo, lo que no cuenta. Va transformando todo desde dentro y desde abajo. ¿De qué forma se expresa la presencia del Reino en tu vida y en tu comunidad?
“Dios no descansará hasta que la vida que nació de su amor venza definitivamente a la muerte y aparezca la nueva creación en todo su esplendor” (J. Pagola).