Primera lectura: Fil 2,12-18:
Dios es quien activa el querer
Salmo: 27:
El Señor es mi luz y mi salvación
Evangelio: Lc 14,25-33:
“Carga con tu cruz y sígueme”
31ª Semana Ordinario San Severo (303)
26 Si alguien viene a mí y no me ama más que a su padre y su madre, a su mujer y sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo.
27 Quien no carga con su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo.
28 Si uno de ustedes pretende construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
29 No suceda que, habiendo echado los cimientos y no pudiendo completarla, todos los que miren se pongan a burlarse de él
30 diciendo: éste empezó a construir y no puede concluir.
31 Si un rey va a enfrentarse en batalla contra otro, ¿no se sienta primero a deliberar si podrá resistir con diez mil al que viene a atacarlo con veinte mil?
32 Si no puede, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación a pedir la paz.
33 Lo mismo cualquiera de ustedes: quien no renuncie a sus bienes no puede ser mi discípulo.
Los evangelios tienen como finalidad la formación de los discípulos de todos los tiempos. En este pasaje, casi como conclusión de todo el capítulo, Jesús señala con toda claridad las exigencias del seguimiento. En primer lugar, plantea la necesidad de desprenderse de la familia. No es que esté pretendiendo que rechacemos u olvidemos a nuestros padres y hermanos. Es que la familia no puede ocupar el primer lugar: este lugar es de Dios y solamente de él. Luego viene la negación de sí mismo, pero no como una especie de masoquismo disfrazado sino como la capacidad de entrega, donación y compromiso con el proyecto de Jesús: el Reino de Dios. Hacia allá están orientadas las dos parábolas siguientes: la del constructor y la del rey guerrero. Los dos deben calcular si sus recursos y sus fuerzas son suficientes para alcanzar el objetivo. También el discípulo debe advertir si posee las suficientes fuerzas para ser fiel al seguimiento de Jesús. ¿Cómo cultivas la fidelidad al seguimiento de Jesús?
“El sufrimiento es cruz cristiana cuando es vivido con el espíritu y la actitud con que Cristo lo vivió” (J. Pagola).
