Primera lectura: Ap 4,1-11:
Santo es el Señor
Salmo: 150:
Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo
Evangelio: Lc 19,11-28:
¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco?
33ª Semana Ordinario Andrés Solá y comps. (1927)
12 Él les dijo: Un hombre noble se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver.
13 Llamó a diez sirvientes suyos, les entregó una gran cantidad de dinero y les encargó: Háganla producir hasta que yo vuelva.
14 Sus compatriotas, que lo odiaban, enviaron tras él una comisión encargada de decir: No queremos que ése sea nuestro rey.
15 Volvió una vez nombrado rey y llamó a los sirvientes a quienes había entregado el dinero para ver cómo había negociado cada uno.
16 Se presentó el primero y dijo: Señor, tu dinero ha producido diez veces más.
17 Le respondió: Muy bien, sirviente diligente; por haber sido fiel en lo poco, administrarás diez ciudades.
18 Se presentó el segundo y dijo: Señor, tu dinero ha producido cinco veces más.
19 Le respondió: Pues tú administrarás cinco ciudades.
20 Se presentó el tercero y dijo: Aquí tienes tu dinero, que he guardado en un pañuelo.
21 Te tenía miedo porque eres riguroso: retiras lo que no has depositado, y cosechas lo que no has sembrado.
22 Él le respondió: Por tu boca te condeno, sirviente indigno. Sabías que soy riguroso, que retiro lo que no he depositado y cosecho lo que no he sembrado.
23 ¿Por qué no pusiste mi dinero en un banco, para que, al volver yo, lo cobrara con los intereses? 24 Después ordenó a los presentes: Quítenle el dinero y dénselo al que consiguió diez veces más.
25 Le respondieron: Señor, ya tiene diez veces más.
26 Yo les digo que a quien tiene se le dará y a quien no tiene se le quitará aun lo que tiene.
27 En cuanto a esos enemigos, que no querían que fuera su rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia.
28 Dicho esto, siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén.
Jesús se aproxima al final de su viaje misionero. Ya está cerca Jerusalén. Lucas ubica la parábola de Jesús en clave escatológica: la irrupción del reinado de Dios. Jesús aprovecha para dar una instrucción más. El núcleo de esta parábola está en la capacidad de riesgo para colocar los talentos, cualidades y habilidades al servicio del Reino. Mientras la gente espera pasivamente la llegada del Reino, Jesús hace caer en cuenta de que hay que trabajar intensamente para su advenimiento. Aquí se pone en juego el riesgo que somos capaces de tomar versus las falsas seguridades a las que nos aferramos. El compromiso con el Evangelio siempre será riesgoso; sobre todo cuando trata de dignificar y cambiar la suerte de los empobrecidos. El Papa Francisco ha insistido siempre en “callejear” el Evangelio, en ser Iglesia «en salida» hacia las fronteras existenciales… Ser Iglesia hospital de campaña… Salir de nuestras zonas de confort. Todo ello implica renunciar a las falsas seguridades y correr el riesgo de poner toda nuestra vida en función de la evangelización para que el reinado de Dios acontezca transformando realidades de injusticia. ¿Eres capaz de arriesgar “tus seguridades” al servicio del Evangelio?
“El amor a uno mismo no ha de ser confundido con el egoísmo, que es una sed permanente de preferirse a uno mismo antes que procurar el bien de los demás” (J. Pagola).