Primera lectura: Prov 30,5-9:
Concédeme mi ración de pan
Salmo: 119:
“Lámpara, Señor, es tu palabra para mis pasos”
Evangelio: Lc 9,1-6:
Los envió a proclamar el Reino de Dios
25ª Semana Ordinario San Cleofás (s. I)
2 Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar enfermos.
3 Les dijo: No lleven nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero, ni dos túnicas.
4 En la casa en que entren permanezcan hasta que se vayan.
5 Si no los reciben, al salir de la ciudad sacudan el polvo de los pies como prueba contra ellos.
6 Cuando salieron, recorrieron los pueblos anunciando la Buena Noticia y sanando enfermos por todas partes.
Jesús cuenta con el impulso de la comunidad discipular para la extensión del Reino y su fuerza liberadora. La concreción del Reino en nuestra cotidianidad nada tiene que ver con intimismos o evasiones. Por el contrario, es siempre causa de muchos ministerios para el bien de las mayorías necesitadas de la proximidad de Dios, que se abaja para sanar y liberar. Este evangelio lo leemos para dar impulso y creatividad a nuestras prácticas pastorales sin dejar de lado la confianza en Dios para que nos asista con su gracia y presencia providentes. Contar con lo indispensable contrasta en más de una ocasión con la complejidad y el peso de las estructuras, la demanda de recursos, la multiplicación de reuniones y todo lo que pensamos pueda garantizar el ‘éxito’ misionero. Jesús invita a aligerar las cargas pero nosotros tememos la precariedad y los imprevistos. Sin duda podemos considerar todas estas instancias de planificación como necesarias pero hemos de prestar atención cuando, por cumplir, no sólo perdemos flexibilidad o apertura sino que va desapareciendo la alegría y la vitalidad de los inicios.
“No son pocos los que están abandonando hoy la fe porque, nunca han experimentado que Dios podía ser para ellos fuente de vida y alegría” (J. Pagola).