Diario Bíblico en Español

22 de Septiembre del 2024

Primera lectura: Sabiduría 2,12.17-20: 
Lo condenaremos a muerte ignominiosa
Salmo: 54: 
El Señor sostiene la vida
Segunda lectura: Santiago 3,16–4,3: 
Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia
Evangelio: Marcos 9,30-37: 
Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos

25º Ordinario Santos Mauricio y comps. Mártires (302)

 
30 En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y fueron recorriendo Galilea, y no quería que nadie lo supiera.
31 A los discípulos les explicaba: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de hombres que le darán muerte; después de morir, al cabo de tres días, resucitará.
32 Ellos, aunque no entendían el asunto, no se atrevían a preguntarle. 33Llegaron a Cafarnaún y, ya en casa, les preguntó: ¿De qué hablaban por el camino?
34 Se quedaron callados, porque por el camino habían estado discutiendo quién era el más importante.
35 Se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: El que quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.
36 Después llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos, lo acarició y les dijo:
37 Quien reciba a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe. Quien me recibe a mí, no es a mí a quién recibe, sino al que me envió.

 
Comentario 

 

Un alto en el camino nos da la oportunidad de resignificar la vida y sus posibilidades. Jesús vive en actitud itinerante, atento al querer de Dios. Pero comprende que, en la comunidad discipular, no todos van asimilando o dimensionando lo que conlleva su causa. Los tres elementos que subraya el evangelio de hoy ayudan a depurar las dinámicas comunitarias cuando falta sintonía con el proyecto del Reino.
La primera clave de comprensión de su causa es la kerigmática: Jesús anuncia su Pasión, muerte y Resurrección. La comunidad discipular aun no comprende por qué Jesús tiene que ser víctima de la injusticia. La incomprensión surge por las expectativas exitistas depositadas en él. Jesús, aquel que pasaba haciendo el bien, sanando enfermos y hablaba del Reino de Dios, demostraba que en Éél se cumplían las profecías mesiánicas.
¿Por qué, entonces, tendría que enfrentar un juicio injusto que lo condenaría a muerte si hacía todo bien? ¿Y para qué tenía que sufrir si después habría de resucitar? La llegada a la casa como espacio de intimidad y servicialidad nos ofrece la segunda clave. Los que estaban con Jesús gozaban de su cercanía y sencillez, pero entre ellos rondaba la inquietud sobre quién era el más importante… ¿Acaso quien más dejó para seguirlo?¿O quien tiene más fe? ¿O quien es capaz de caerle más simpático al Maestro?...
Ser importante o destacarse parece ser la tentación del discípulo que, nuevamente, olvida o desconoce el sentido de su llamado ytodo lo que implica.. La tentación de evitar el dolor y buscar privilegios son estructurales en la Iglesia primitiva. Pero este deseo de acomodarse del mejor modo puede ser también un desafío por superar cuando nos disponemos a una conversión genuina que mire a la participación conjunta y responsable. Cuando no se comprende del todo la lógica kerigmática, muy difícilmente se alcance la horizontalidad de los vínculos. Aquí el exitismo, tan valorado y motivador, marchita la posibilidad de un seguimiento libre y fecundo del Señor.
En esta situación, el Evangelio revela la enseñanza: servicio y apertura. Ser el primero supone ser el último y esta es la lógica “ilógica” de Jesús. La imagen del niño puesto en el medio es la elocuencia de la apertura y la confianza necesarias para aceptar la novedad. Mirar la vida, la sociedad, la Iglesia, con ojos de niño, es una invitación a sabernos siempre en crecimiento y siempre entusiasmados. Es un remedio contra la esclerosis de los carismas y una oportunidad para la creatividad.

“Sólo el amor orienta la vida en la dirección acertada. Desde el desamor, el egoísmo, el resentimiento, la apatía, el odio o la insolidaridad, no se construye una vida sana” (J. Pagola).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El DIARIO BÍBLICO es un servicio desinteresado y no lucrativo que los Misioneros Claretianos de América hacen a la Nueva Evangelización, para las iglesias locales del Continente y de otras iglesias hispanoparlantes de más allá.

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