Primera lectura: Jonás 3,1-5.10:
Se convirtieron los ninivitas de su mala vida
Salmo: 25:
“Señor, enséñame tus caminos”
Segunda lectura: 1Corintios 7,29-31:
La presentación de este mundo se termina
Evangelio: Marcos 1,14-20:
“Conviértanse y crean la Buena Nueva”
3o Ordinario Santa Inés, mártir (304)
15 Decía: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia.
16 Caminando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes al lago, pues eran pescadores.
17 Jesús les dijo: Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres.
18 Inmediatamente, dejando las redes, le siguieron.
19 Un trecho más adelante vio a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, que arreglaban las redes en la barca.
20 Inmediatamente los llamó. Y ellos dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con él.
La actividad de Jesús comenzó “cuando arrestaron a Juan”. El término “arresto” evoca la experiencia de la Pasión que, al inicio del ministerio de Jesús, nos preanuncia lo comprometedor y desafiante que será continuar y llevar a plenitud la misión.
Con el mensaje “Está cerca el Reino de Dios, arrepiéntanse y crean”, Jesús invita a la comunidad discipular a abrazar un nuevo modo de vivir y relacionarse. En ese espacio de encuentro en torno a Jesús, han de disponerse para un cambio de mentalidad porque ya no podrán tratarse igual que antes. Ahora la misión del Reino los conducirá a fabricar redes de relaciones humanas más allá de la raza, el poder o el dinero. Aunque en la liturgia de este domingo no se habla explícitamente de los incrédulos que no adherirán a la causa de Jesús, no se puede negar que su proyecto tendrá más adelante muchos detractores que buscarán debilitarlo e impedirlo. Nuevamente resaltamos que lo valioso de estos hombres y mujeres es la fe que depositan en Jesús y en su proyecto.
La novedad del reino de Dios genera expectativas de todo tipo: ¿Acaso podrá este rey proveernos de aquello que necesitamos?, ¿qué puesto o misión tendremos dentro de este reinado?, ¿cuánto tenemos que esperar para que se haga realidad? Si Jesús habla de un reino, seguro hace referencia a un rey que promueve y saca adelante a su pueblo. La proximidad y disponibilidad de Jesús revela la preocupación del Dios Rey por el ser humano sanando sus heridas, apartándolo de lo que amenaza su vida e invitándole a la plenitud.
Puede que el Reino comience en nuestros espacios eclesiales o religiosos habituales, pero no se limita a ellos porque va mucho más allá; el mismo Jesús pidió a sus discípulos apertura a su novedad para que lo reconocieran particularmente en los encuentros con personas y realidades vulnerables. Siguiendo a Jesús en los evangelios descubrimos que, para hacer realidad ese reinado, es necesario abandonar la verticalidad del poder y las relaciones asimétricas. Las comunidades que quieran hacerlo presente han de confiar más en los demás y en las posibilidades que esto genera, siendo más incluyentes y participativas.
Somos convocados por Jesús a encarnar en nuestra propia vida y en nuestras relaciones comunitarias su Reino. Ha de notarse en las actitudes que imprimen nuestro ser y quehacer cristiano, en el trato humano y paciente hacia todas las personas, en las opciones cotidianas y en aquello que consumimos o nutre nuestras vidas.
“Uno de los factores que más impide el crecimiento de una comunidad cristiana sana es el ejercicio abusivo del poder y el endurecimiento de lo institucional que termina ahogando la vida para la que nació” (J. Pagola).
