Primera lectura: Ez 28,1-10:
Eres hombre y no Dios
Salmo: Interleccional Deut 32:
“Yo doy la muerte y la vida”
Evangelio: Mt 19,23-30:
Para Dios todo es posible
20ª Semana Ordinario San Bernardo (1153)
24 Se los repito, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de Dios.
25 Al oírlo, los discípulos quedaron muy espantados y dijeron: Entonces, ¿quién podrá salvarse?
26 Jesús los quedó mirando y les dijo: Para los hombres eso es imposible, para Dios todo es posible.
27 Entonces Pedro le respondió: Mira, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué será de nosotros?
28 Jesús les dijo: Les aseguro que en el mundo nuevo, cuando el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
29 Y todo aquel que por mí deje casas, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y heredará vida eterna.
30 Muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los primeros.
Jesús hace una oferta sus discípulos y también a nosotros hoy, que estamos en la escuela de su discipulado. Su oferta es en verdad un nuevo nacimiento. Se trata de entrar en la nueva sociedad del Reino. Los discípulos de Jesús no dan crédito a las exigencias del Maestro. El rico y nosotros, cuando nos apegamos a la riqueza, estamos en serio peligro. Las riquezas tienen un poder seductor y nos imposibilitan entrar en la comunidad de Jesús. Dios y el dinero son dos contrincantes radicales. Los dos exigen la totalidad de la existencia. Hay que optar por Dios y su Reino. Jesús nos asegura que no es un proyecto de miseria sino de abundancia en casas, hermanos y una vida definitiva. Los que deciden entrar se convierten en dirigentes de esa nueva sociedad ,de las nuevas doce tribus de Israel que son nuevo pueblo de Dios. La invitación es a dejarlo todo, incluso a nosotros mismos, para vivir la aventura de ser discípulos y discípulas de Jesús.
“Esto es decisivo: no poseer, no apropiarse de nada ni de nadie, no hacerse esclavo, no rendir nuestro ser a cualquier cosa” (J. Pagola).