Primera lectura: Sab 2,1a.12-22:
Lo condenaremos a muerte ignominiosa
Salmo: 34:
El Señor está cerca de los atribulados
Evangelio: Jn 7,1-2.10.25-30:
Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora
4ª Semana de Cuaresma Santa Luisa de Marillac (1660)
2 Se acercaba la fiesta judía de las Chozas.
10 Cuando ya habían subido sus parientes a la fiesta, subió también él, no en público, sino a escondidas.
25 Algunos de Jerusalén comentaban: ¿No es éste el que intentaban matar?
26 Resulta que habla públicamente y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido realmente las autoridades que éste es el Mesías?
27 Sólo que de éste sabemos de dónde viene; cuando venga el Mesías nadie sabrá de dónde viene.
28 Entonces Jesús, que enseñaba en el templo, exclamó: A mí me conocen y saben de dónde vengo. Yo no vengo por mi cuenta, sino que me envió el que dice la verdad. Ustedes no lo conocen;
29 yo lo conozco porque vengo de él y él me envió.
30 Intentaron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque no había llegado su hora.
Siempre decimos que el tiempo de Dios es perfecto, y así es. Queda claro con Jesús: su Hora no había llegado. Si estamos atentos a la escucha y encarnación de la Palabra, descubriremos cómo él continúa impulsando el proyecto de su Reino a pesar de las resistencias y negativas que reciba. Las comunidades de Jesús han de saberse continuadoras de un proyecto que busca generar vida oponiéndose a todo aquello que genera muerte. En el camino de fe, también corresponde adquirir la conciencia del rechazo que recibirá quien quiera ser fiel a la causa de Jesús. Por eso es importante conformar comunidades con la suficiente madurez y valentía para soportar la incompresión, la persecución e, incluso, la muerte. Esta entrega fiel de la vida a la que Jesús continúa llamando parece ser el único camino que libera y permite madurar el amor. En la vida cristiana se puede ser prudente para saber esperar el tiempo oportuno, pero no se trata de quedarse de brazos cruzados aguardando que las cosas caigan del cielo.
“Si Jesús acepta la persecucio´n y el martirio sera´ por fidelidad al proyecto del Padre, que no quiere ver sufrir a sus hijos e hijas. Por eso Jesu´s no corre tras la muerte, pero tampoco se echa atra´s” (J. Pagola).