Primera lectura: Ez 2,8–3,4:
“Me dio a comer el volumen y me supo dulce”
Salmo: 119:
“¡Qué dulce, Señor, es al paladar tus promesas!”
Evangelio: Mt 18,1-5.10.12-14:
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños
19ª Semana Ordinario Santos Hipólito y Ponciano (235) Mártires Claretianos de Barbastro (1936)
2 Él llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos
3 y dijo: Les aseguro que si no se convierten y se hacen como los niños, no entrarán en el reino de los cielos.
4 El que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
5 Y el que reciba en mi nombre a uno de estos niños a mí me recibe.
10 Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños. Pues les digo que sus ángeles en el cielo contemplan continuamente el rostro de mi Padre del cielo.
12 ¿Qué les parece? Supongamos que un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una: ¿no dejará las noventa y nueve en el monte para ir a buscar la extraviada?
13 Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve no extraviadas.
14 Del mismo modo, el Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.
Los discípulos de Jesús sufren la obsesión de ser importantes. Ellos, como pasa en nuestras sociedades, tienen un código propio a la hora de saber quién es importante. Están contaminados por el mundo. Quieren fama y poder, que es el principal causante del sufrimiento de los pobres de este mundo. La lógica del Reino, la lógica de Jesús, es otra completamente novedosa. En la comunidad del Reino, Jesús coloca como especialistas a los niños y a las niñas. Hacerse pequeños como ellos es el pasaporte para entrar en esa nueva sociedad.. Esta lógica responde a la oración de Jesús cuando da gracias a Dios Padre, lleno de júbilo, por haber revelado los secretos del Reino a la gente sencilla (Mt 11,25). Si Jesús hizo esta oración, quiere decir que este evangelio sobre la gente más importante del Reinole nace de su convicción más profunda. La ha meditado en la oración a Dios, su Padre. Es a los más pequeños a quienes busca Dios Padre si alguno se pierde.
“Los demás, los grandes y poderosos, empiezan a ser importantes cuando se ponen a servir a los pequeños y débiles” (J. Pagola).
