Primera lectura: Ez 47,1-9.12:
“Vi que manaba agua del lado derecho del templo, y habrá vida”
Salmo: 46:
El Señor de los ejércitos está con nosotros
Evangelio: Jn 5,1-3.5-16:
Al momento aquel hombre quedó sano
4ª Semana de Cuaresma San Luis Orione (1940) Santa Ma. Teresita Albarracín (1959)
2 Hay en Jerusalén, junto a la puerta de los Rebaños, una piscina llamada en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos.
3 Yacía en ellos una multitud de enfermos, ciegos, cojos y lisiados, que aguardaban a que se removiese el agua.
5 Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
6 Jesús lo vio acostado y, sabiendo que llevaba así mucho tiempo, le dice: ¿Quieres sanarte?
7 Le contestó el enfermo: Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando yo voy, otro se ha metido antes.
8 Le dice Jesús: Levántate, toma tu camilla y camina.
9 Al instante aquel hombre quedó sano, tomó su camilla y empezó a caminar. Pero aquel día era sábado;
10 por lo cual los judíos dijeron al que se había sanado: Hoy es sábado, no puedes transportar tu camilla.
11 Les contestó: El que me sanó me dijo que tomara mi camilla y caminara.
12 Le preguntaron: ¿Quién te dijo que la tomaras y caminaras?
13 Pero el hombre sanado lo ignoraba, porque Jesús se había retirado de aquel lugar tan concurrido.
14 Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: Mira que has sanado. No vuelvas a pecar, no te vaya a suceder algo peor.
15 El hombre fue y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
16 Por ese motivo perseguían los judíos a Jesús, por hacer tales cosas en sábado.
El relato del evangelio permite contemplar, a partir de la condición de postración del paralítico, la realidad que vive la Iglesia cuando muchos de sus miembros se cierran al cambio o se resisten a la novedad. Si nos enfocamos en el proceso de reforma, advertimos las dificultades, el desafío, que esto ha significado. El mismo que supone hoy no reconocer la importancia de la sinodalidad para la eficacia y fidelidad a la misión encomendada. La imagen del paralítico rodeado de una multitud de personas en situaciones de limitación es para el evangelista la representación de aquel valle de huesos secos del profeta Ezequiel (Ez 37) que necesitaban el impulso vital para rehabilitarse. Solo con un cambio adecuado de mentalidad dejaremos al Espíritu de Dios actuar en nuestra manera de ser Iglesia y nos abriremos a la novedad tan necesaria de una nueva evangelización que cuente con la participación de la mayoría. No hay ya excusas para seguir postrados o repitiendo actitudes que nos han impedido avanzar y crecer en comunión.
“La sanación como proceso creativo de recuperacio´n de vida, crecimiento integral de la persona, victoria sobre las fuerzas del mal es una experiencia privilegiada de la salvacio´n de Dios” (J. Pagola).