Primera lectura: 1Cor 7,25-31:
¿Estás unido a una mujer? No te separes
Salmo: 45:
Escucha, hija, mira: inclina el oído
Evangelio: Lc 6,20-26:
¡Dichosos ustedes…Ay de ustedes!
23ª Semana Ordinario Santos Mártires Carmelitas (1792)
21 Felices los que ahora pasan hambre, porque serán saciados. Felices los que ahora lloran, porque reirán.
22 Felices cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y desprecien su nombre a causa del Hijo del Hombre.
23 Alégrense y llénense de gozo, porque el premio en el cielo es abundante. Del mismo modo los padres de ellos trataron a los profetas.
24 Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen su consuelo!;
25 ¡ay de ustedes, los que ahora están saciados!, porque pasarán hambre; ¡ay de los que ahora ríen!, porque llorarán y harán duelo;
26 ¡ay de ustedes cuando todos los alaben! Del mismo modo los padres de ellos trataron a los falsos profetas.
Jesús no es indiferente a las situaciones dolorosas que afectan la vida del pueblo. El evangelista Lucas pone en evidencia que la intervención salvífica de Dios refiere a rostros concretos: los pobres, los hambrientos, los tristes, los odiados, excluidos y despreciados. Actualmente el número de rostros que viven en circunstancias adversas parece agrandarse. Por eso la promesa o bienaventuraza del Reino sigue vigente y comprometiendo a las comunidades eclesiales llamadas a convertirse en esos espacios de defensa y dignificación de tanta vida amenazada. La propuesta de Jesús, a pesar de ser contracultural, anima a la esperanza. La felicidad no llega como un mandato a quien no tiene razones para estar alegre, sino más bien como una oportunidad para cambiar su suerte o su destino. El punto inicial es abrirnos a la comunión y a los encuentros que colocan a Dios en el centro, desterrando la idolatría y la falsedad. Pertenecemos a una Iglesia que peregrina en la esperanza. ¿Cuáles serían las actitudes que debemos desarrollar para hacer creíble el Evangelio?
“Tal vez, la felicidad no se pueda conseguir porque ya la tenemos aunque no acertemos a experimentarla” (J. Pagola).