Primera lectura: Job 19,1.23-27a:
Yo sé que está vivo mi Redentor
Salmo: 25:
“A ti, Señor, levanto mi alma”
Segunda lectura: Fil 3,20-21:
Nos transformará según el modelo de su cuerpo glorioso
Evangelio: Mc 15,33-39–16,1-6:
Jesús, dando un fuerte grito, expiró
30ª Semana Ordinario Conmemoración de los Fieles Difuntos
34 A esa hora Jesús gritó con voz potente: Eloi eloi lema sabaktani –que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?–.
35 Algunos de los presentes, al oírlo, comentaban: Está llamando a Elías.
36 Uno empapó una esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le ofreció de beber diciendo: ¡Quietos! A ver si viene Elías a librarlo.
37 Pero Jesús, lanzando un grito, expiró.
38 El velo del santuario se rasgó en dos de arriba abajo. 39El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo expiró, dijo: Realmente este hombre era Hijo de Dios.
16.1 Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María de Santiago y Salomé compraron perfumes para ir a ungirlo.
2 El primer día de la semana, muy temprano, llegaron al sepulcro al salir el sol.
3 Se decían: ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?
4 Alzaron la vista y observaron que la piedra estaba corrida. Era muy grande.
5 Al entrar al sepulcro, vieron un joven vestido con un hábito blanco, sentado a la derecha; y quedaron sorprendidas.
6 Les dijo: No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado. No está aquí, ha resucitado. Miren el lugar donde lo habían puesto.
La muerte, ese gran misterio que la ciencia no ha logrado descifrar. Es el gran misterio que literatos, filósofos, teólogos, sistemas religiosos han abordado a lo largo de la historia de la humanidad. Hoy conmemoramos, como comunidad de fe, a todos nuestros difuntos. Recordarlos marca el anhelo profundo que tenemos de perdurar en la memoria y en el tiempo. El pasaje del evangelio de Marcos rememora la muerte de Jesús quien, cumplida la misión, se entrega a las manos del Padre a pesar de haber experimentado el fracaso, el abandono y la soledad. También revela la solidaridad de sus seres queridos, fiel imagen de la comunidad naciente. Cuando la experiencia de la muerte es reflejo de una vida entregada por amor, encuentra una luz que da sentido a la existencia. Cuando se vive para un proyecto humanista y dignificador del ser humano, la muerte es puente, paso, puerta de entrada a la plenitud de la vida y la paz. ¿Cómo te preparas para vivir esta experiencia ineludible de la existencia?
“Dios se hace presente silenciosamente en el mal del ser humano para conducir su historia dolorosa hacia la vida y la felicidad definitiva” (J. Pagola)