Primera lectura: Fil 2,1-4:
“Denme esta gran alegría: manténganse unánimes”
Salmo: 131:
“Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor”
Evangelio: Lc 14,12-14:
No invites a tus amigos, sino a pobres y lisiados
31ª Semana Ordinario San Carlos Borromeo (1584)
13 Cuando des un banquete, invita a pobres, mancos, cojos y ciegos.
14 Dichoso tú, porque ellos no pueden pagarte; pero te pagarán cuando resuciten los justos.
Este pasaje de Lucas forma parte del capítulo 14. El evangelista lo enmarca en la invitación que un fariseo hace a Jesús para comer con él. Sabemos que, en el ambiente cultural de Jesús, la comida es espacio para confraternizar y estrechar relaciones. Sin embargo, parece que las intenciones del anfitrión no son tan sanas. La sugerencia que hace Jesús a quien lo invitó no es convidar a personas cercanas que puedan devolver las atenciones, como se acostumbraba en la época, sino invitar a los excluidos (impuros) de la sociedad; específicamente a personas que padecen alguna dolencia o limitación. Cabe recordar aquí que, en aquel entonces, se consideraba que la enfermedad, en general, era consecuencia del pecado cometido por la persona o sus antepasados. En este contexto y con esta recomendación, Jesús está cuestionando el sistema cultural y religioso vigente. Porque el Reino de Dios es semejante a un banquete donde todos tienen cabida y lugar, especialmente los excluidos de la sociedad ¿Quiénes son discriminados y excluidos en tu ambiente social? ¿Cómo reaccionas frente a esta realidad?
“Quien se ama mal a sí mismo, ama mal a los demás. Es necesario aprender a amarse a sí mismo a partir del amor gratuito e incondicional de Dios” (J. Pagola).