Primera lectura: Jds 17,20b-25:
Dios puede preservarlos de tropiezos
Salmo: 63
“Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío”
Evangelio: Mc 11,27-33:
“¿Con qué autoridad haces esto?”
8ª Semana Ordinario San Justino (165)
28 y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces eso? ¿Quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?
29 Jesús respondió: Les haré una pregunta, si ustedes me responden yo les diré con qué autoridad lo hago:
30 El bautismo de Juan, ¿procedía del cielo o de los hombres? Respóndanme.
31 Ellos discutían entre sí: Si afirmamos que del cielo, nos dirá que, por qué no le creímos.
32 ¿Vamos a decir que de los hombres? –Tenían miedo a la gente, porque todos consideraban a Juan un profeta auténtico–.
33 Así que respondieron: No sabemos. Y Jesús les dijo: Entonces yo tampoco les digo con qué autoridad lo hago.
Al llegar a Jerusalén, Jesús entra en conflicto con los líderes de la religión judía. Cuestionan su proceder y buscan que admita públicamente de quién recibe autoridad para enseñar ese modo alternativo de vivir que incluye a los empobrecidos y marginados por las leyes de pureza. Se trata de una nueva manera de relacionarse con Dios y con el prójimo que está generando incomodidad. La religión judía de entonces predicaba a un Dios inalcanzable que ponía muchas normativas y condiciones a su amor; por eso muchos no eran dignos de él. Jesús no hace más que rebatir ese tipo de estructura religiosa que ocultaba a Dios en lugar de manifestarlo. Lo que ellos pretendían al cuestionar la autoridad de Jesús, termina poniendo en evidencia su incoherencia e hipocresía. En nuestras parroquias hemos recibido la invitación a ser más sinodales, esto quiere decir más dialogantes, tolerantes e inclusivos. Si cuestionamos la autoridad de alguien es porque está olvidando el mandamiento del amor. ¿Entendemos la misión de los profetas de hoy y su enseñanza o solo buscamos nuestras conveniencias?
“En muchas ocasiones olvidamos que la religión ha de estar al servicio del hombre y no al revés” (J. Pagola).