Primera lectura: Hch 6,8-10; 7,54-60:
“Veo el cielo abierto”
Salmo: 31:
“A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”
Evangelio: Mt 10,17-22:
"No serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu del Padre"
Esteban protomártir (s. I)
A la Iglesia le está costando aproximarse a las familias, especialmente a la juventud, con una propuesta evangelizadora atrayente que la posicione dialogando con esas otras formas de pensar y sentir de la sociedad actual. No hay lugar en el horizonte evangélico para “los fanatismos, las lógicas cerradas y la fragmentación social y cultural” (Fratelli Tutti 191), pero si lo hay para la tolerancia, el respeto a lo diverso y la disposición para el diálogo y los encuentros. La memoria de nuestros mártires no va relacionada a la victimización o el orgullo estéril, porque sus historias están tejidas de entrega amorosa a la causa de Jesús. Nuestras comunidades de fe han de ser esos espacios para tender puentes, generar encuentros con personas de incidencia pública, con no creyentes y con otras tradiciones religiosas donde repensemos cómo enfrentar todo aquello que nos afecta y autodestruye. Permitamos, en este tiempo de Navidad, que la causa de Jesús nos ayude “a crear ese hermoso poliedro donde todos encuentran un lugar”(Fratelli Tutti 190).
“Jesús mismo remarca que este camino va a contracorriente hasta el punto de convertirnos en seres que cuestionan a la sociedad con su vida, personas que molestan” (GE 90).