Primera lectura: 1Jn 2,18-21:
Ustedes están ungidos por el Santo
Salmo: 96:
Alégrese el cielo, goce la tierra
Evangelio: Jn 1,1-18:
La Palabra se hizo carne
7º día de la Octava de Navidad San Silvestre (335)
1 Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
2 Ella existía al principio junto a Dios.
3 Todo existió por medio de ella, y sin ella nada existió de cuanto existe.
4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres;
5 la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.
6 Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan,
7 que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él.
8 Él no era la luz, sino un testigo de la luz.
9 La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo.
10 En el mundo estaba, el mundo existió por ella, y el mundo no la reconoció.
11 Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
12 Pero a los que la recibieron, a los que creen en ella, los hizo capaces de ser hijos de Dios:
13 ellos no han nacido de la sangre ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
14 La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad.
15 Juan grita dando testimonio de él: Éste es aquél del que yo decía: El que viene detrás de mí, es más importante que yo, porque existía antes que yo.
16 De su plenitud hemos recibido todos: gracia tras gracia.
17 Porque la ley se promulgó por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad se realizaron por Jesús el Mesías.
18 Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, Dios, que estaba al lado del Padre. Él nos lo dio a conocer.
Comentario
Dios se ha querido comunicar desde siempre. No es un Dios mudo; por eso se aproximó, «se hizo carne», hablándonos en Jesús y en su Proyecto del Reino. Esa Palabra se encarna hoy en el grito de los empobrecidos pues son quienes más sufren el rechazo de un mundo en tinieblas, siempre ávido de poder y codicia. Si Jesús es fuente y es luz para acercarnos a Dios, debemos contemplarlo de cerca con corazones abiertos. Contamos con la gracia como alternativa para sanar, reparar y resignificar todo aquello que hace daño a nuestro mundo. En comunión con Jesús, pidamos no desaprovechar las oportunidades de ser signos vivos de su presencia amorosa. Al despedir el 2024, detengámonos a contemplar lo maravilloso y, a la vez, frágil de la vida. En el recuento agradecido por estos 365 días de reveses y aciertos, elevemos una oración en solidaridad por quienes la pasan mal o no encuentran motivos para celebrar. Seamos comunicadores de esperanza, testigos de que la luz disipa las tinieblas que cubren nuestro mundo.
“Urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva” (EG 264).
