Primera lectura: 2Sm 15,13-14.30; 16,5-13:
“Quizá el Señor se fije en mi humillación y me bendiga”
Salmo: 3:
“Levántate, Señor. Sálvame”
Evangelio: Mc 5,1-20:
“Cuenta lo que el Señor ha hecho contigo”
4a Semana Ordinario San Pedro Nolasco (1258)
2 Al desembarcar en territorio geraseno, salió al encuentro de Jesús un hombre poseído de un espíritu impuro.
3 Habitaba en los sepulcros. Nadie podía sujetarlo, ni con cadenas.
4 En muchas ocasiones lo habían sujetado con cadenas y grilletes y él los había roto. Y nadie podía con él.
5 Se pasaba las noches y los días en los sepulcros o por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, se puso a correr, se postró ante él y,
7 dando un fuerte grito, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por Dios te conjuro que no me atormentes!
8 Porque le decía: ¡Espíritu inmundo, sal de este hombre!
9 Jesús le preguntó: ¿Cómo te llamas? Contestó: Me llamo Legión, porque somos muchos.
10 Y le suplicaba con insistencia que no los echase de la región.
11 Había allí una gran piara de cerdos pastando en la ladera del monte.
12 Y le suplicaron: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Jesús se lo concedió. La piara, unos dos mil, se lanzó por un acantilado al lago y se ahogaron en el agua.
14 Los pastores huyeron, y lo contaron en la ciudad y en los campos; y la gente fue a ver lo que había sucedido…
17 Y empezaron a suplicarle que se marchase de su territorio.
18 Cuando se embarcaba, el hombre que había tenido el espíritu malo le pidió que le permitiese acompañarlo.
19 Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa y a los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor, por su misericordia, ha hecho contigo.
20 Se fue y se puso a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho con él, y todos se maravillaban.
Procuremos sacar lecciones de vida de este relato tan intenso. Vemos a un endemoniado del mundo pagano que se acerca a Jesús y descubrimos el estigma social que le genera su condición. La primera parte describe la situación del endemoniado peligroso para sí mismo y los demás; el encuentro del endemoniado con Jesús manifiesta no sólo la fuerza persuasiva que tiene el mal sino la desesperación de las personas a quienes posee. No podemos subestimar el poder sutil del mal, que va buscando destruir personas y relaciones. La comunidad creyente no ha de ser el lugar de los estigmas hacia personas consideradas pecadoras, sino el espacio para la búsqueda de soluciones y lugar de rehabilitación. No podemos seguir discriminando o excluyendo porque dejaremos de ser la casa-comunidad de Jesús. Su liberación y reintegración social se convierte en denuncia para una comunidad que parece estar más centrada en el cuidado de lo material (la pérdida de los cerdos) que en salvar-sanar la vida de sus integrandes.
“La comunidad cristiana puede y debe contribuir a romper el cerco de marginación que rodea a ciertos enfermos” (J. Pagola).