Primera lectura: 2Re 24,8-17:
Nabucodonosor deportó a Jeconías y a los ricos de Babilonia
Salmo: 79:
“Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre”
Evangelio: Mt 7,21-29:
La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
12ª Semana Ordinario San Cirilo de Alejandría (444)
22 Cuando llegue aquel día, muchos me dirán: ¡Señor, Señor! ¿No hemos profetizado en tu nombre? ¿No hemos expulsado demonios en tu nombre? ¿No hemos hecho milagros en tu nombre?
23 Y yo entonces les declararé: Nunca los conocí; apártense de mí, ustedes que hacen el mal.
24 Así pues, quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que construyó su casa sobre roca.
25 Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre la casa; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca.
26 Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a un hombre tonto que construyó su casa sobre arena.
27 Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos, golpearon la casa y ésta se derrumbó. Fue una ruina terrible.
28 Cuando Jesús terminó su discurso, la multitud estaba asombrada de su enseñanza;
29 porque les enseñaba con autoridad, no como sus letrados.
El pasaje está dividido en dos partes, la primera es una declaración de Jesús de que es indispensable hacer la voluntad de Dios para formar parte del Reino. No basta con reconocer a Jesús como Señor, profetizar, expulsar demonios o hacer milagros. La expresión «aquel día» es una referencia al juicio final, donde no será esencial lo que se haya hecho en su nombre, sino aquello que hemos permitido a Dios obrar en nuestra vida o por medio nuestro. La segunda parte, nos refiere a dos tipos de personas, uno que construye su casa sobre roca y otra sobre arena, en relación con los cimientos que permiten hacer vida el querer de Dios o, más bien, desobedecerle. Es un buen día para evaluar de raíz nuestro compromiso cristiano, reconociendo lo que hay de exterioridad o pura apariencia y aquello que hay de verdad. Recordemos que los primeros evangelizados hemos de ser nosotros, para que nuestro testimonio sea creíble. ¿Cómo están los cimientos de nuestra vida y compromiso comunitario?
“El reino de Dios está irrumpiendo. Nada los ha de distraer. En adelante vivirán al servicio del reino de Dios, incorporados íntimamente a la vida y a la tarea profética del propio Jesús” (J. Pagola).