Primera lectura: Gál 5,18-25:
Los de Cristo han crucificado su carne
Salmo: 1:
“El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida”
Evangelio: Lc 11,42-46:
“¡Ay de ustedes, fariseos!”
28ª Semana Ordinario Santa Eduviges (1234) Santa Margarita de Alacoque (1690)
43 ¡Ay de ustedes, fariseos, que buscan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos por la calle!
44 ¡Ay de ustedes, porque son como sepulcros sin señalar, que los hombres pisan sin darse cuenta!
45 Un doctor de la ley tomó la palabra y le contestó: Maestro, al decir eso, nos ofendes.
46 Jesús contestó: ¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, que imponen a los hombres cargas insoportables, pero ustedes ni siquiera mueven un dedo para llevarlas!
La hipocresía, la falsedad y la doble moral están a la orden del día en la humanidad. Vivimos la cultura del relativismo, el subjetivismo y la superficialidad, no solo fuera de la Iglesia sino dentro de ella, lo que hace más grave el asunto. Jesús cuestiona y confronta proféticamente a los dirigentes religiosos de su tiempo: fariseos y escribas. Los unos, celosos custodios , hasta el extremo, de la práctica religiosa y los otros, expertos en el conocimiento de la Ley que la imponen de manera opresora y arbitraria aun cuando sea la “ley de Dios”. Jesús les cuestiona fuertemente la doble moral. Les interesa más cumplir a cabalidad con la ley antes que interesarse por la práctica de la justicia y el derecho a favor de los más pobres y vulnerables de la época. Resulta oportuno preguntarnos: En la comunidad eclesial, ¿trabajamos por la justicia y los derechos humanos? ¿Tenemos, como Jesús, el vigor y la audacia necesarios para denunciar la hipocresía, la falsedad y la corrupción?
“El cambio fundamental que nos pide Jesús es claro. Dejar de ser unos egoístas que ven a los demás en función de sus propios intereses” (J. Pagola).