Primera lectura: Ef 1,15-23:
Dio a Cristo como Cabeza a la Iglesia
Salmo: 8:
Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos
Evangelio: Lc 12,8-12:
El Espíritu Santo les enseñará lo que dirán
28ª Semana Ordinario San Pedro de Alcántara (1562) San Pablo de la Cruz (1775)
9 Pero a quien me niegue ante los hombres, lo negará ante los ángeles de Dios.
10 Al que diga una palabra contra el Hijo del Hombre se le perdonará; al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.
11 Cuando los conduzcan a las sinagogas, ante los jefes o autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir;
12 el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que hay que decir.
Reconocer a Jesús es confesarlo como el Mesías, el ungido de Dios. El profeta de todos los tiempos y lugares. Es asumir su proyecto de vida como propio. Dicho reconocimiento implica que nuestra vida sea eco de la suya de tal manera que palabras, gestos y actitudes evidencien su presencia. En consecuencia, negar a Jesús es rechazar de plano su propuesta de vida digna y justa para todos los seres humanos. Si el proyecto de Jesús está fundamentado en la práctica de la justicia y el amor, lo contrario es hacerse “agente de iniquidad” promotor de la injusticia y la violencia destructiva. Ahora bien, blasfemar contra el Espíritu Santo es cerrar el corazón y la mente al amor de Dios que te habita. Es rechazar la acción transformadora y novedosa del Espíritu y dejarse llevar por los espíritus del mal: el egoísmo y la codicia. Pidamos tener la capacidad para distinguir lo que le hace bien y dignifica la vida, y la valentía para denunciar aquello que la empobrece y destruye.
“En la comunidad cristiana es decisivo vivir abiertos al Espíritu que el Resucitado nos está comunicando también hoy a sus seguidores” (J. Pagola).