Primera lectura: Gál 3,7-14:
Los hombres de fe reciben la bendición
Salmo: 111:
El Señor recuerda siempre su alianza
Evangelio: Lc 11,15-26:
“Si expulso los demonios es que el reino ha llegado”
27ª Semana Ordinario Santa Ma. Soledad Torres (1887) San Juan XXIII (1963)
16 Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo.
17 Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: Un reino dividido internamente va a la ruina y se derrumba casa tras casa.
18 Si Satanás está dividido internamente, ¿cómo se mantendrá su reino? Porque ustedes dicen que yo expulso los demonios con el poder de Belcebú.
19 Si yo expulso los demonios con el poder de Belcebú, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso ellos los juzgarán.
20 Pero si yo expulso los demonios con el dedo de Dios, es que ha llegado a ustedes el reino de Dios.
21 Mientras un hombre fuerte y armado guarda su casa, todo lo que posee está seguro.
22 Pero si llega uno más fuerte y lo vence, le quita las armas en que confiaba y reparte sus bienes.
23 El que no está conmigo está contra mí. El que no recoge conmigo desparrama.
24 Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, recorre lugares áridos buscando descanso, y no lo encuentra. Entonces dice: Volveré a mi casa, de donde salí.
25 Al volver, la encuentra barrida y arreglada.
Son muchos los elementos que este pasaje del Evangelio nos ofrece. Jesús es puesto a prueba por falta de comprensión en su quehacer. La comunión que vive con los débiles, marginados y oprimidos por el mal le acarrea problemas. Pero Jesús no se preocupa ni se defiende, sino que más bien reconoce las implicaciones que tiene reconstruir este mundo a la manera de Dios. El divide y vencerás es citado por Jesús para reconocer el poder o la fuerza del mal, que siempre busca tener aliados para subsistir. De aquí la importancia de estar alertas para no dejar que gane terreno en nuestro corazón. Se subraya que la obra liberadora busca evitar la ruina del mundo y de la humanidad. Para nosotros, operadores del Reino, lo importante es abrir los ojos y llevar adelante la defensa de la vida fomentando siempre vínculos nuevos. Puede ser que caigamos en sospecha, pero no por eso debemos dejar de preguntarnos: ¿Qué más podemos hacer para gestar comunión en un mundo tan herido de enemistad?
“Jesús no hace sino luchar contra los ídolos que se oponen a este Dios de la vida y son divinidades de muerte” (J. Pagola).