Primera lectura: Isaías 53, 10-11:
Cuando entregue su vida como expiación, prolongará sus años
Salmo: 33:
“Que tu misericordia, Señor venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti”
Segunsa lectura: Hebreos 4, 14-16:
Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia
Evangelio: Marcos 10,35-45:
El Hijo del Hombre ha venido a dar vida en rescate por todos
29º Ordinario San Honorio (s. VI)
36 Les preguntó: ¿Qué quieren de mí?
37 Le respondieron: Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
38 Jesús replicó: No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo he de beber o recibir el bautismo que yo voy a recibir?
39 Ellos respondieron: Podemos. Jesús les dijo: La copa que yo voy a beber también la beberán ustedes, el bautismo que yo voy a recibir también lo recibirán ustedes;
40 pero sentarse a mi derecha y a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado.
41 Cuando los otros lo oyeron, se enojaron con Santiago y Juan.
42 Pero Jesús los llamó y les dijo: Saben que entre los paganos los que son tenidos por gobernantes dominan a las naciones como si fueran sus dueños y los poderosos imponen su autoridad.
43 No será así entre ustedes; más bien, quien entre ustedes quiera llegar a ser grande que se haga servidor de los demás;
44 y quien quiera ser el primero que se haga sirviente de todos.
45 Porque el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.
La tentación del poder y del prestigio está sembrada en el corazón del ser humano. Y como la sociedad la formamos seres humanos, podríamos concluir que esta codicia y ambición de poder y reconocimiento afecta a toda la humanidad. Estamos viviendo tiempos difíciles de guerras y divisiones violentas. Es la forma como se concreta esta realidad tan humana. No es un fenómeno propio de la sociedad civil, económica o política. También al interior de las Iglesias e instituciones religiosas se viven competencias por el poder.
La ambición de poder puede llevar al ser humano a la eliminación del contrario y a su propia autodestrucción. Muchos hechos de la historia pasada y reciente así lo demuestran. Tampoco los discípulos de Jesús, sus amigos más cercanos e íntimos, escapan a esta seducción. Jesús les ha anunciado que va a ser perseguido, acusado, detenido, torturado, juzgado, condenado y ejecutado por el poder central de Jerusalén. Mientras tanto, ellos discuten sobre quién va a asumir el poder del grupo.
Por eso Jesús les hace caer en la cuenta de que, en el proyecto del reino de Dios, el poder de dominación y opresión no tiene cabida. Más aún, el que quiera ser primero debe ponerse en el último lugar; el que aspire a ser el mayor tiene que portarse como el menor. Es decir, hacerse esclavo, sirviente de sus hermanos y hermanas. Él mismo se pone como modelo inspirador. No ha venido para que le sirvan y le brinden reverencias, sino para hacerse servidor de todos entregando, literalmente, su vida por muchos.
Dos bellas imágenes reflejan la oblatividad de Jesús, la del siervo redentor que presenta el profeta Isaías y la del sacerdote capaz de ofrendar su vida de la Carta a los Hebreos. Son ejemplo de vida y compromiso para las comunidades cristianas. El Papa Francisco convocó a toda la Iglesia a reflexionar sobre el tema de la Sinodalidad durante los años 2021, 2022 y 2023. El año pasado se ha terminado este sínodo sobre la Sinodalidad.
Indudablemente que todos y todas quedamos absolutamente convencidos que la Sinodalidad significa participación, comunión, equidad, escucha, diálogo,corresponsabilidad. El concepto, la doctrina está clara. El problema es cómo asumimos en la vida práctica, en la cotidianidad familiar, eclesial y social estos principios fundamentales del Evangelio. ¿Será posible que los pastores de nuestra Iglesia estén decididos a abandonar los puestos de poder y de mando para ceder el lugar a los laicos comprometidos? ¿Estamos formando, con nuestras palabras y actitudes, comunidades verdaderamente sinodales?
“Es discípula la gente de a pie a los que nadie valora, pero que van pasando por la vida poniendo amor y cariño a su alrededor” (J. Pagola).