Primera lectura: Is 49,1-6:
El Señor me llamó en las entrañas maternas
Salmo: 71:
“Mi boca contará tu salvación, Señor”
Evangelio: Jn 13,21-33.36-38:
“Les aseguro que uno de ustedes me va entregar”
MARTES SANTO
22 Los discípulos se miraban, unos a otros sin saber por quién lo decía.
23 Uno de los discípulos, el más amigo de Jesús, estaba reclinado a su derecha.
24 Simón Pedro le hace un gesto y le dice: Averigua a quién se refiere.
25 Él se inclinó hacia el costado de Jesús y le dijo: Señor, ¿quién es?
26 Le responde Jesús: Aquél a quien le dé un trozo de pan remojado. Remojó el pan, lo tomó y se lo dio a Judas el de Simón Iscariote.
27 Detrás del bocado Satanás entró en él. Jesús le dice: Lo que tienes que hacer hazlo pronto.
28 Ninguno de los comensales comprendió por qué lo decía.
29 Algunos pensaron que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le había encargado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
30 Y enseguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Era de noche.
31 Cuando salió, dijo Jesús: Ahora ha sido glorificado el Hijo del Hombre y Dios ha sido glorificado por él.
32 Si Dios ha sido glorificado por él, también Dios lo glorificará por sí, y lo hará pronto.
33 Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes; me buscarán y, como dije a los judíos también lo digo ahora, a donde yo voy ustedes no pueden venir.
36 Le dice Simón Pedro: Señor, ¿adónde vas? Le respondió Jesús: A donde yo voy no puedes seguirme por ahora, me seguirás más tarde.
37 Le dice Pedro: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti.
38 Le contesta Jesús: ¿Que darás la vida por mí? Te aseguro que antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.
La noche, o las ‘tinieblas’, en clave bíblica, representan la tendencia o inclinación al mal. Por el contrario, la luz, o claridad, está relacionada a la bondad presente en el mundo. Judas se encuentra en su noche y el tentador llega para romper la armonía de aquella comunidad discipular en el momento en que, tal vez, debía permanecer unida. No se trata sólo de traición, en el caso de Judás, o de negación, en el caso de Pedro; se trata de la dificultad que presentan todas las comunidades cristianas al momento de perseverar en tiempos adversos. ¿Cómo hacernos testigos creíbles del Evangelio de Jesús si entre nosotros también propiciamos abusos de poder, preferencias o privilegios, discriminación, chismes o difamaciones? Esta Semana Santa es un tiempo propicio para que discernamos qué tan dispuestos estamos a cumplir la voluntad de Dios y no la nuestra –tal como lo hizo Jesús– uniéndonos como hermanos y hermanas para colaborar con la liberación y transformación del mundo. Oremos por todas las personas que sufren a causa de la traición y la difamación.
“Jesús murió como mártir del reino de Dios, pues su crucifixión fue la consecuencia de la reacción que provocó con su entrega incondicional al proyecto humanizador del Padre” (J. Pagola).
