Primera lectura: 1Pe 5,5b-14:
“Les saluda Marcos, mi hijo”
Salmo: 89:
“Cantaré eternamente las misericordias del Señor”
Evangelio: Mc 16,15-20:
Anuncien el Evangelio a toda la creación
4ª Semana de Pascua San Marcos, evangelista (s. I)
16 Quien crea y se bautice se salvará; quien no crea se condenará.
17 A los creyentes acompañarán estas señales: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas,
18 agarrarán serpientes; si beben algún veneno, no les hará daño; pondrán las manos sobre los enfermos y se sanarán.
19 El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
20 Ellos salieron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba la palabra con las señales que la acompañaban.
La comunidad cristiana es heredera del envío misionero que Cristo resucitado hizo a la Iglesia de los orígenes. La misión comporta el anuncio de “vida nueva” para quien crea y se bautice, porque en el mundo no existe una sola manera de conducirse. Se puede vivir sostenido por la gracia y por la fuerza del Espíritu. Una vida llena de Dios vence cualquier adversidad y es capaz de enfrentar las fuerzas del mal; una persona misionera es capaz de hablar el idioma universal del amor que no conoce fronteras además de tener la habilidad para aprender otros idiomas; está llamada a proclamar la Palabra con unción y ser portadora del consuelo de Dios. El sueño de llegar a ser Iglesia, comunidad de comunidades, ha sido posible en muchos pueblos de nuestra América Latina con la perseverancia de las CEB´s y los proyectos evangelizadores que recuperan la identidad familiar de las primeras comunidades cristianas. Oremos por todos los misioneros y misioneras que van sembrando esperanza en los corazones con el anuncio de la Buena Nueva de Jesús.
“Nada hay más decisivo para nosotros que reactivar una y otra vez dentro de la Iglesia el seguimiento fiel a Jesús, es lo único que nos hace cristianos” (J. Pagola).