Primera lectura: 2Sm 7,4-17:
“Afirmaré después de ti la descendencia”
Salmo: 89:
“Le mantendré eternamente mi favor”
Evangelio: Mc 4,1-20:
Salió un sembrador a sembrar
3a Semana Ordinario San Francisco de Sales (1622)
2 Les enseñaba muchas cosas con parábolas. Esto es lo que les decía:
3 Salió un sembrador a sembrar.
4 Al sembrar, unos granos cayeron junto al camino; vinieron los pájaros y se los comieron.
5 Otros cayeron en terreno pedregoso, con poca tierra; al faltarles profundidad, brotaron enseguida;
6 pero, al salir el sol, se quemaron, y, como no tenían raíces, se secaron.
7 Otros cayeron entre cardos: crecieron los cardos y los ahogaron.
8 Otros cayeron en tierra fértil y dieron fruto, brotaron, crecieron y produjeron, unos treinta, otros sesenta, otros cien.
9 Y añadió: Quien tenga oídos para oír, que escuche.
10 Cuando se quedó a solas, los que lo seguían junto con los Doce le preguntaron acerca de las parábolas.
11 Él les decía: A ustedes se les comunica el secreto del reinado de Dios; a los de fuera todo se les propone en parábolas
12 de modo que por más que miren, no vean; por más que oigan, no entiendan; no sea que se conviertan y sean perdonados.
13 Y añadió: Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a entender las restantes? 14El sembrador siembra la palabra.
15 Unos son los que están junto al camino donde se siembra la palabra; en cuanto la escuchan, llega Satanás y se lleva la palabra sembrada.
16 Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando escuchan la palabra, la reciben con gozo;
17 pero no tienen raíces, son inconstantes. Llega una tribulación o persecución por causa de la palabra, e inmediatamente fallan.
18 Otros son como la semilla que cae entre espinos: escuchan la palabra,
19 pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos ahogan la palabra y no la dejan dar fruto.
20 Y otros son lo sembrado en tierra fértil: escuchan la palabra, la reciben y dan fruto al treinta o sesenta o ciento por uno.
La Parábola del Sembrador comienza con una invitación a la escucha, valor definitivo para el discipulado de Jesús. Se resalta la generosidad del sembrador que lanza la semilla hasta en los terrenos más duros y, al mismo tiempo, la falta de acogida de los diversos suelos. Efectos similares encontramos en los procesos evangelizadores cuando se siembra la semilla de la Palabra en el corazón de los oyentes: los frutos de quienes unidos a Jesús logran superar obstáculos y adversidades; la aridez de quienes pierden la fe frente a los fracasos y persecuciones; o también, la infecundidad de cristianos superficiales con excesiva preocupación por los bienes materiales. Se necesita la audacia de quienes siembran, incluso, donde se cree que no habrá fruto y, por otra parte, confianza en la fecundidad del Espíritu Santo. Muy cerca de nosotros hay una realidad social y eclesial esperando Palabra y Presencia que contribuya a la siembra y a la cosecha. Es tiempo de compartir los frutos de tu experiencia creyente.
“Esto es acoger el Reino de Dios: poner a las religiones y a los pueblos, a las culturas y a las políticas mirando hacia la dignidad de los últimos” (J. Pagola).