Primera lectura: Hch 11,1-18:
Dios les ha concedido la conversión
Salmo: 42:
“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”
Evangelio: Jn 10,1-10:
“Yo soy la puerta de las ovejas”
4ª Semana de Pascua San Cayo (296) San Sotero (175)
2 El que entra por la puerta es el pastor del rebaño.
3 El cuidador le abre, las ovejas oyen su voz, él llama a las suyas por su nombre y las saca.
4 Cuando ha sacado a todas las suyas, camina delante de ellas y ellas le siguen; porque reconocen su voz.
5 A un extraño no le siguen, sino que escapan de él, porque no reconocen la voz de los extraños.
6 Ésta es la parábola que Jesús les propuso, pero ellos no entendieron a qué se refería.
7 Entonces, les habló otra vez: Les aseguro que yo soy la puerta del rebaño.
8 Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes; pero las ovejas no los escucharon.
9 Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará; podrá entrar y salir y encontrar pastos.
10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destrozar. Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Jesús se presenta como la puerta de acceso a la vida plena y verdadera. Él advierte, particularmente a los líderes religiosos que, si no mantienen la comunión con él, terminarán sucumbiendo a la tentación. Ser parte del rebaño es reconocer a Jesús como quien cuida, protege y conoce y también es asumir que él es la puerta por donde se entra en el proyecto dignificador del reino de Dios. La comparación entre pastores y ladrones es una fuerte denuncia por el abandono a las ovejas del rebaño. Seguramente la alusión a los ladrones refiere a las estructuras de poder autoritario que desangran al pueblo con impuestos excesivos enriqueciendo a las élites. Las comunidades de Jesús, por el contrario, se han de convertir en espacios abiertos y seguros que procuran el bienestar de sus miembros, se cuidan unos a otros y son capaces de reconocer con astucia la mentira, el engaño o el abuso por parte de los extraños. Cada bautizado integrado a una comunidad eclesial puede crecer en fe y en compromiso social ayudando a quienes están a expensas de lobos rapaces.
“Dios nos arrastra hacia sí mismo, a una vida liberada del mal en la que ya no habrá muerte, ni penas, ni llanto, ni dolor” (J. Pagola).