Primera lectura: Hch 28,16-20.30-31:
Pablo vivió en Roma predicándoles el Reino de Dios
Salmo: 11:
“Los buenos verán tu rostro, Señor”
Evangelio: Jn 21,20-25:
“Este es el discípulo que da testimonio de etas cosas”
7ª Semana de Pascua San Juan I (526)
21 Viéndolo, Pedro pregunta a Jesús: Señor, y de éste, ¿qué?
22 Le responde Jesús: Si quiero que se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme.
23 Así se corrió el rumor entre los discípulos de que aquel discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: Si quiero que se quede hasta que yo vuelva a ti qué.
24 Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y lo ha escrito; y nos consta que su testimonio es verdadero.
25 Quedan otras muchas cosas que hizo Jesús. Si quisiéramos escribirlas una por una, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo.
El seguimiento de Jesús ha de convertirse en un acto incondicional de amor. Sin embargo, muchas veces en nuestras comunidades prevalece la fragilidad y la incapacidad de vivir este amor a la manera de Dios. Nos vencen los protagonismos, las rivalidades, los celos, las murmuraciones, las envidias. Sucumbimos cuando no es el amor de Dios la fuente de la que bebe nuestra espiritualidad. El amor de Dios es pleno para toda persona, pertenezca o no a nuestra comunidad. Se trata de un amor dignificante que no todos sabemos aprovechar o valorar. Pedro está preocupado por el otro discípulo… Actúa igual que nosotros. Le molesta no tener el control de la situación de los demás. Y no entiende que el amor de Dios es para toda la humanidad, aunque a algunos ese amor no les importe. Nosotros tenemos dificultades para amar a semejanza de Dios, con un amor más incluyente que respete los procesos humanos. Porque toda persona puede vivir y experimentar el amor de Dios de manera diferente. Y eso, lejos de ser un problema, nos habla de lo misterioso y grandioso de su amor y de la riqueza de la diversidad con que nos ha creado. Por eso su amor es inclusivo y misericordioso. ¿Y el nuestro?
“Lo primero para colaborar en el proyecto humanizador del Padre es ser compasivos como él” (J. Pagola).
