Primera lectura: 1Re 19,9ª.11-16:
Ponte de pie en el monte del Señor
Salmo: 27:
“Tu rostro buscaré, Señor”
Evangelio: Mt 5,27-32:
No cometerás adulterio
10ª Semana Ordinario Santos Anastasio, Digna y Félix (s. IX)
28 Pues yo les digo que quien mira a una mujer deseándola ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
29 Si tu ojo derecho te lleva a pecar, sácatelo y tíralo lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que ser arrojado entero al infierno.
30 Y si tu mano derecha te lleva a pecar, córtatela y tírala lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que terminar entero en el infierno.
31 Se dijo: Quien repudie a su mujer que le dé acta de divorcio.
32 Pero yo les digo que quien repudia a su mujer –salvo en caso de concubinato– la induce a adulterio, y quien se case con una divorciada comete adulterio.
Jesús refiriéndose al mandato de no cometer adulterio (cf. Éx 20:14; Dt 5:18) vuelve a poner el amor al prójimo como medida para su cumplimiento. El que ama a su esposa no será infiel, por respeto a sí mismo y por respeto a la promesa de amor evitará, incluso, desear a otra mujer. La metáfora que usa Jesús acerca del ojo o mano que uno debe sacarse si nos hace pecar, es una manera de decir, que el ser humano debe evitar y alejarse de todo tipo de tentación que le haga infringir los mandamientos y traicionarse a sí mismo. En esta sección aparece una interpretación legal acerca del divorcio. Según la Ley de Moisés, sí estaba permitido al varón divorciarse bajo cualquier circunstancia. Jesús por su parte prohíbe el divorcio porque induce a cometer adulterio tanto al varón como a la mujer. ¿Nuestras comunidades de fe acogen a los matrimonios y sus diversos tipos de problemas para acompañarlos a vivir de manera plena el Evangelio? Oremos por los matrimonios en dificultad.
“Jesús toma posición a favor de las víctimas, poniendo fin al privilegio de los varones para repudiar a las esposas a su antojo y exigiendo para las mujeres una vida más segura, digna y estable” (J. Pagola).