Primera lectura: Amós 7,12-15:
Ve y profetiza a mi pueblo
Salmo: 85:
“Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”
Segunda lectura: Efesios 1,3-14:
Nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo
Evangelio: Marcos 6,7-13:
Y comenzó a enviarlos
15º Ordinario San Camilo de Lelis (1614) San Francisco Solano (1818)
8 Les encargó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja,
9 que calzaran sandalias pero que no llevaran dos túnicas.
10 Les decía: Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que se marchen.
11 Si en un lugar no los reciben ni los escuchan, salgan de allí y sacudan el polvo de los pies como protesta contra ellos.
12 Se fueron y predicaban que se arrepintieran;
13 expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
Vivimos en una época en crisis: crisis ecológica con un planeta que sufre una enfermedad casi terminal, crisis por las pandemias y los sistemas de salud colapsados, crisis por las guerras, crisis en la familia, crisis por la ausencia de soluciones al hambre de tantas y tantos…, crisis en nuestras iglesias, que se alejaron del proyecto original del Evangelio. En síntesis: una crisis profunda de sentido.
En esta crisis global el Espíritu de Dios, que no está de vacaciones, que se movía en el origen del mundo en medio del caos primordial para crear armonía, sigue actuando, suscitando profetas como Amós, el profeta campesino que combatió la corrupción de las élites, la injusticia social y el ritualismo de una religión ajena al sufrimiento del pueblo. El profeta que sintió que el Señor le arrancaba de su vida campesina y le mandaba profetizar. Así nosotros, debemos sentir, como nos aconseja la Carta a los Efesios, que Dios nos ha consagrado para proclamar el misterio de su voluntad y nos ha tatuado con un sello del Espíritu para asociarnos con el movimiento de Jesús en nuestra Iglesia.
Jesús, como a sus primeros discípulos, nos envía de dos en dos, nos envía en un “nosotros”, como Iglesia en salida Por ser un proyecto comunitario, nos llama a la conversión pascual para tomar distancia de la mentalidad consumista, no viable para el planeta, y adoptar una mentalidad solidaria y compasiva con los marginados proclamando con la palabra y el testimonio el proyecto del Reino. Anunciando el nacimiento de ese otro mundo posible donde se cuida y se defiende toda vida. Nos envía, eso sí, con la instrucción de no apegarnos al dinero porque sabe que es un “ídolo que mata”. Nos envía a limpiar las mentes para que se liberen de la esclavitud y de los espíritus inmundos que agobian a los pobres de la tierra. La misión de curar a los enfermos y dignificar a los oprimidos parece comenzar en las casas, en el hogar, núcleo y base de la sociedad. En una palabra, Jesús nos envía a compartir su estilo de vida erradicando el sufrimiento y sembrando esperanza.
Y nos regala un método de trabajo precioso. Nos pide que asumamos un estilo de vida alternativo, en libertad, en desapego a bienes y personas, viviendo la lógica del Reino. Es una invitación a ser portadores de novedad con palabras y acciones concretas, como servidores y servidoras del sueño anunciado y vivido por Jesús. Sintamos que el Señor Jesús nos está invitando a todos los que compartimos este Diario Bíblico a fundar comunidades, grupos, movimientos proféticos que lleve la esperanza a los que la han perdido.
“Hemos de tener claro que evangelizar nos es desarrollar una religión, sino anunciar y abrir caminos a ese Dios que quiere reinar en el mundo” (J. Pagola).